Historia del Movimiento Obrero - 1920/1943
Índice del artículo
1920/1943 - Expansión Industrial y predominio del Sindicalismo "Reformista"
Evolución de los Establecimientos Concentrados en Capital Federal y Provincias Litorales
Desde el punto de vista del movimiento obrero el período se caracterizó, en un primer momento, por la prevalecía numérica del sindicalismo "puro", tendencia cuya máxima expansión se registró entre la gran etapa de declinación del anarquismo y mediados de la década del '30, en que el control de la mayor parte del Movimiento Obrero pasó entonces a manos socialistas y comunistas. Esta última corriente había surgido en 1921, con la escisión del ala izquierdista del Partido Socialista, como reflejo y consecuencia del impacto, producido a nivel mundial, por la reciente Revolución Rusa.
El contexto político social en que estas corrientes desarrollaron su accionar, estuvo signado, en una primera etapa, por la irrupción del radicalismo, que, tal como lo señaláramos en el punto anterior, a partir de 1916 permitió ampliar las bases de representación política. El gobierno de Yrigoyen practicó un nacionalismo de corte popular y democrático, pero, las contradicciones no resueltas dentro de su propio partido, en donde gravitaba el cuño oligárquico representado por el "alvearismo" y el hostigamiento de los conservadores, del "nacionalismo" oligárquico y aún de las propias fuerzas de izquierda, que no comprendían este "nacionalismo popular", llevó a que, cuando asumiera la segunda presidencia (1928), sus días estuvieran prácticamente contados. El golpe protagonizado por el general Uriburu, el 6 de septiembre de 1930, representó la intervención directa, por vez primera, de las fuerzas armadas en el escenario nacional, interrumpiendo un gobierno surgido de la voluntad popular.
Entre 1930 y 1932 el poder fue pasando del "nacionalismo" oligárquico (dictadura de Uriburu) a la oligarquía propiamente dicha (dictadura de Justo). Este período, abierto en 1930 y conocido con el nombre de "Década Infame", se prolongará hasta 1943, cuando, a partir de otro levantamiento militar se generará la posibilidad de romper el viejo esquema en que se hallaba encerrado el país.
La "Década infame" delimitó un ciclo en cuyo transcurso se materializaron las formas más escandalosas del fraude (que los conservadores llamaron patriótico) y la entrega del país a los monopolios extranjeros. Se fundó el Banco Central controlado por la banca internacional, se entregaron nuestras carnes en forma ruinosa con el Tratado "Roca - Runciman", que establecía que el 85% de la cuota exportable de carne argentina sería distribuido por el gobierno inglés. La interpelación sobre las carnes que se suscitó en el Senado, mostró el sometimiento de la acción gubernativa a los intereses concordantes de los grandes ganaderos y el trust frigorífico inglés y norteamericano: se expropió el transporte colectivo porteño en poder de pequeños empresarios particulares, pasándolos a manos de los intereses británicos. Empresas de electricidad, ferrocarriles, flota mercante, seguros y reaseguros, todo era extranjero.
Por otra parte, este período se inscribió en el marco de la crisis mundial de 1929. Para esa época, toda la región pampeana se encontraba en explotación, no quedaban tierras por ocupar y la producción entró en un "impasse", a la vez, la demanda de productos agropecuarios en el mercado mundial se vio disminuida por efectos de la crisis; desde entonces a 1932, las exportaciones, al igual que las importaciones, se redujeron a la mitad. Argentina perdió, en los años de la crisis, casi mil millones de dólares anuales, ya que la baja de los productos agropecuarios en el mercado mundial era mayor que la de los productos manufacturados. (1)
Los factores que señaláramos, tanto internos como externos, contribuyeron, pues, a marcar el delineamiento de la economía agro exportadora e impusieron la necesidad de orientaciones distintas de la producción. La oligarquía se vio obligada a ahorrar divisas y a impulsar, contra sus intereses, un limitado desarrollo industrial, orientado al establecimiento de una industria de tipo manufacturero, que procediera a la sustitución de lo que antes se importaba, dedicada, especialmente, a la fabricación de productos de uso final dependiente de los países altamente desarrollados para la obtención de maquinarias, equipos y hasta combustibles.
El panorama de la actividad industrial muestra que si durante la década del '20 el número de establecimientos industriales había aumentado a razón de 2.800 y de 5.000 entre 1940/1945. En 1935, el 25% de los establecimientos industriales censados se había fundado después de 1931. Las ramas que se desarrollaron más rápidamente fueron las maquinarias, artefactos eléctricos y la de derivados del caucho, casi inexistentes hasta 1930. Pero las más importantes para la sustitución de importaciones fueron la textil, la de alimentación y la de bebidas (2).
Se debe también señalar que a este proceso de desarrollo industrial se incorporó, desde un primer momento, la inversión extranjera. En 1930, fundaron filiales Good Year y Pirelli; un año más tarde, Firestone; en 1935, se instaló Phillips y la empresa, de origen alemán, Osram; en 1936, Eveready. Las sucursales de firmas norteamericanas y europeas, encontraban así "la forma de emplear su capital en máquinas, funcionarios ejecutivos y técnicos sin trabajar por la depresión en sus respectivos países, resolviendo sus problemas de estructura económica".(3)
Por otra parte, este procedimiento permitía a esos capitales, especialmente a los norteamericanos, no perder su influencia en el mercado interno argentino, jugando, además un papel orientador en la producción industrial de acuerdo con sus intereses. En 1935, las empresas extranjeras representaban el 50% de la producción del país, el resto correspondía a una multitud de pequeñas y medianas empresas de capital nacional. Pese a que aún proliferaban pequeños talleres, el avance de la gran industria era también considerable. Entre 1935 y 1945, la producción industrial se triplicó, mientras que el índice de la producción agropecuaria no llego a duplicarse. En 1942, la industria representaba ya un sector de fundamental importancia con el 44,7% del valor de la producción nacional (4).
Sin embargo, este crecimiento industrial, por no responder a un panorama coherente y deliberado de planificación, dio como resultado un crecimiento dispar del sector. Por una parte, las industrias de bienes de consumo se multiplicaron sin orden, las industrias de base fueron olvidadas o malogrados los intentos de expansión. Por lo tanto, las formas que adquiría el proceso industrialista: coyuntural, sustitutivo, con incorporación importante de capital extranjero, estaba fijando, desde el inicio, los límites de su posterior desenvolvimiento.
Además se debe también considerar que este desarrollo industrial se centralizó en la denominada "costa industrial argentina", una franja de unión de los puertos de Santa Fe y La Plata, concentrando su núcleo fundamental en el Área Metropolitana (Capital Federal y los 19 partidos conurbanos), contribuyendo a acentuar las desigualdades regionales en la Argentina. El siguiente cuadro es ilustrativo al respecto.
(2) - DEL CAMPO, Hugo - "Sindicalismo y Peronismo - Los comienzos de un vínculo perdurable".CLACSO, Buenos Aires, 1983
(3) - SUAREZ, Carlos - "Apuntes sobre industrialización en la Argentina, artículos del libro "Estudios sobre la Sociedad y el Estado"(compilador H. ROUDIL).EUDEBA, Buenos Aires, 1985.
(4) - DEL CAMPO, Hugo - Op. Cit.
Evolución de los Establecimientos Concentrados en Capital Federal y Provincias Litorales
1914 | 1935 | 1939 |
---|---|---|
70 | 76,4 | 76,3 |
FUENTE: SUAREZ, Carlos Op. Cit.
El proceso de industrialización estuvo acompañado por un crecimiento extraordinario de los saldos migratorios, reduciéndose la inmigración europea, desde 1930, a cifras insignificantes. Las poblaciones provincianas, tanto de las zonas tradicionalmente "estancadas" como aquellas que sufrían los efectos de la crisis, se volcaron hacia los centros urbanos del litoral, principalmente Buenos Aires y zonas circunvecinas. Se estimaba que, en 1936, el saldo migratorio se había mantenido en 8.000 anuales, aumentando en forma rápida en el lapso de los años 1936/1943 a 72.000 anuales (5). Esto indica, hasta que punto, las migraciones internas habían reemplazado a las inmigraciones como proveedoras de mano de obra.
La afluencia de cantidad tan grande de población de origen rural o de pueblos chicos y la incorporación de su mayor parte a la industria, implicaba una profunda transformación de la clase obrera. Sin tradición sindical, la mayoría quedó al margen de las organizaciones obreras que, en general, se mostraron incapaces de atraerlas. Recién después de 1946, comenzaron a ingresar, masivamente, en los sindicatos. (6).
Las condiciones sociales y laborales en que se desarrollaba la vida de la clase obrera, no se había modificado mayormente, con relación al período precedente.
Durante la crisis aumentó la desocupación, retornando, recién en 1934, a niveles anteriores. Según datos oficiales, el número de desocupados llegaba, en 1932 a 334.000; de los cuales 264.000 lo estaban en forma total y 70.000 en forma parcial. Por esa misma fecha, el salario medio de un obrero industrial descendió a $ 105,50 con relación a los $ 130,- de 1929 (7).
En 1937, el 59% de las familias obreras de Buenos Aires, vivía en una sola pieza, habitualmente de conventillo. Eran muchas las que carecían de las condiciones más elementales: baño exclusivo 62%; agua corriente 38%; cocinas independientes 19% (8).
En cuanto a la jornada de trabajo, fue reduciéndose a lo largo de la década, gracias a la paulatina imposición del "sábado inglés", de un promedio de 48 horas semanales, al principio, o uno de 44 al final. En 1935, los obreros se repartían aproximadamente por mitades entre ambos tipos de jornadas y eran muy pocos los gremios que gozaban de vacaciones pagas. Aunque la práctica de los convenios colectivos se fue extendiendo lentamente durante la segunda mitad de la década, la mayoría de los trabajadores no llegó a gozar de sus beneficios; la falta de convenios dejaba un amplio margen para la arbitrariedad de los patrones, ya que, eran ellos quienes fijaban, unilateralmente, en la mayoría de los casos, las condiciones laborales (9).
Con respecto a la protección y seguridad del trabajador, sólo unos pocos gremios, como los ferroviarios y municipales, contaban con Cajas de Jubilaciones y Pensiones; las indemnizaciones por accidentes de trabajo eran insuficientes y su cobro dificultoso. La Federación de Empleados de Comercio había logrado la inclusión del derecho a indemnización por despido y a licencia por enfermedad en la forma del Código de Comercio, obteniendo su sanción parlamentaria, pero la ley fue vetada por Justo en 1932 y promulgada recién dos años después (10).
En este marco histórico social se abrió para el sindicalismo un nuevo ciclo. El año 1920 señaló el pico de la organización sindical en el período; las luchas intestinas atomizaron el movimiento sindical en la década del '20 y luego de 1930 el clima general de represión y el impacto de los cambios que experimentó el país, se convirtieron en obstáculos para el desarrollo sindical.
Desaparecida la preeminencia combativa del anarquismo, tomó auge la orientación sindicalista reformista y legalista, la que, al concentrarse en la lucha por las reivindicaciones inmediatas, fue dejando de lado, paulatinamente, los fines revolucionarios que postulaba su ideología original, desembocando en un reformismo que solo se diferenciaba del que practicaban los socialistas, por le hecho de que, en lugar de fundarse sobre una posición doctrinaria, emergía de consideraciones puramente pragmáticas. La ideología del "sindicalismo puro", menos definida y, por lo tanto, mas flexibles que la de las tendencias rivales, permitiría a sus dirigentes moverse con mayor holgura en un medio saturado de discusiones doctrinarias y de actitudes sectarias, aspirando a encontrar formas mas prácticas y eficaces de organización y de lucha (11).
En 1922, se llevó a cabo un Congreso de Unificación Sindical del cual solo estuvo ausente la F.O.R.A. anarquista. De este Congreso nació la Unión Argentina (U.S.A.), con predominio de los sindicalistas "puros" y con participación socialista y comunista. Por su parte, la F.O.R.A. anarquista (F.O.R.A. del V Congreso), prosiguió sus actividades, quedando, desde la fundación de la U.S.A., como la única F.O .R.A.
De la acción de varios sindicatos descontentos con la política llevada a cabo por las centrales sindicales existentes, surgió, en 1926, una nueva entidad: la Confederación Obrera Argentina (C.O.A.), producto de una nueva alianza entre el sector del sindicalismo "puro" y socialistas. La C.O.A. agrupaba a Sindicatos como la Unión Ferroviaria y la Federación de Empleados de Comercio, llegando a sumar, en 1930, 130.000 afiliados.
La U.S.A., de tendencia sindicalista, experimentó una sensible disminución, reduciéndose a unos 15.000 miembros. Por su parte, los comunistas formaron, en 1929, una pequeña central: el Comité Nacional de Unidad Sindical Clasista.
(9) - DEL CAMPO, Hugo - Op. Cit.
(10) - DEL CAMPO, Hugo - Op. Cit.
(11) - DEL CAMPO, Hugo - Op. Cit.
El golpe militar de 1930 encontró al sindicalismo atomizado en cuatro centrales: la U.S.A., la C.O.A., el Comité Nacional de Unidad Clasista y la F.O.R.A. Esta fue puesta fuera de la ley y sus fuerzas en la clandestinidad fueron disminuyendo sus efectivos.
"Esta división perjudicaba los intereses de la clase trabajadora, contribuía a disminuir al aún débil poder de negociación de los sindicatos y hasta se manifestaba en la pérdida de representación del socialismo parlamentario, la que quedó reducida a un solo legislador, en 1930"(12)
Tratando de detener la división del movimiento obrero, los sectores del sindicalismo "puro" y del socialismo, impulsaron el proyecto de unificación. Las gestiones, que habían comenzado en 1928, se concentraron en 1930, a poco tiempo de haber asumido el gobierno militar, fusionándose la U.S.A. y la C.O.A.; dando lugar a la creación de la Confederación General del Trabajo (C.G.T.), con preeminencia de la tendencia sindicalista sobre la socialista.
El programa mínimo planteado en 1931 por la C.G.T., fue expresión de las principales necesidades y aspiraciones, de la clase obrera para el período. En estas reivindicaciones se encontraba planteado un cambio táctico en el accionar del movimiento sindical, introduciendo al factor gobierno en las relaciones laborales, en una dimensión mucho mas amplia que la que se había dado hasta ese momento.
"1) Reconociendo los sindicatos. Por el mero hecho de existir, los sindicatos serán considerados como instituciones de bien público, con facultades para vigilar la aplicación de la legislación social."
"2) Jornada de trabajo y vacaciones. Ocho horas de trabajo para adultos en trabajos diurnos y seis en trabajos nocturnos y en las industrias insalubres. El ciclo semanal será se cinco días como máximo. Vacaciones anuales con goce de sueldo."
"3) Derecho de vida y seguro social. Salario mínimo fijado periódicamente por comisiones integradas por representantes de los sindicatos obreros y de organizaciones patronales de industria o región. Establecimiento del seguro nacional sobre desocupación, enfermedad, vejez y maternidad."
"4) Intervención obrera. Intervención y contralor de la organización obrera en diversos organismos del Estado."
"5) Oficinas de colocación. Supresión de las agencias particulares; las oficinas de colocación serán establecidas por las municipalidades y en su administración tendrán intervención directa los sindicatos."
"6) Protección a la maternidad. Pensión proporcional al número de hijos menores de 14 años a toda mujer sin marido y sin recursos."
"7) Defensa de la infancia. Instrucción pública y obligatoria, laica y gratuita, hasta los 14 años, debiendo el Estado proveer también gratuitamente, alimentos, vestidos y los útiles necesarios a la enseñanza."
"8) Ley 9.688 (Accidentes de Trabajo). Reforma de la ley en estos aspectos: las incapacidades se contarán desde que se produce el accidente. Extensión de la ley a todos los asalariados indistintamente. Aumentar los beneficios de la indemnización parcial al 100% del salario. Elevar las indemnizaciones máximas a $ 15.000,-. Supresión del límite de salario para tener derecho a los beneficios de la ley. Los seguros por accidentes de trabajo estarán a cargo del Estado."
"9) Estabilidad y escalafón para los trabajadores del Estado y demás entidades de carácter público."
"10) Carestía de la vida. Fijación de los alquileres rústicos y urbanos con arreglo al valor; construcción de casas económicas para obreros por cuenta del Estado y las municipalidades."
"11) Derogación de la Ley 4.144."
FUENTE: DEL CAMPO, Hugo - Op. Cit.
Es también de destacar que, a partir de 1931, el número de huelgas se redujo al mínimo, comparándolo, sobre todo, con los períodos precedentes y llegando a los niveles mas bajos en 1934, debido a varios factores: la incidencia de la desocupación y la represión de que fue objeto el movimiento obrero y el cambio de las tendencias predominantes: declinación del anarquismo, creciente moderación del sindicalismo y la consiguiente propensión de no concurrir a la huelga antes de haber agotado las posibilidades de negación.
Actividad Sindical 1930/1940 Número índice 1929 = 100
AÑO | HUELGAS |
---|---|
1930 | 111 |
1931 | 38 |
1932 | 93 |
1933 | 46 |
1934 | 37 |
1935 | 61 |
1936 | 96 |
1937 | 73 |
1938 | 39 |
1939 | 43 |
1940 | 47 |
FUENTE:DEL CAMPO, Hugo - Op. Cit.
Movimientos Huelguistas 1907/1939 Promedio anual
PERIODO | HUELGAS |
---|---|
1907/1909 | 162 |
1910/1914 | 132 |
1915/1919 | 169 |
1920/1924 | 116 |
1925/1929 | 92 |
1930/1934 | 73 |
1935/1939 | 71 |
FUENTE:DEL CAMPO, Hugo - Op. Cit.
Por otra parte, si bien la restauración oligárquica abrigaba pocas simpatías por las reivindicaciones obreras, se mostraba cada vez más inclinada a intervenir en los conflictos laborales y a controlar el movimiento sindical. La inclinación a buscar apoyo en el poder político para lograr concretar las reivindicaciones gremiales, que se había iniciado durante los gobiernos radicales, no dejó de acentuarse durante esta época, pero, acompañada por una creciente burocratización de las organizaciones sindicales; apareció, entonces, una capa de dirigentes para quienes la vinculación con los factores de poder no era sólo un medio para obtener mejoras en sus representados, sino también para conservar su propia posición. El enfrentamiento violento y frontal de los trabajadores del Estado, pasó a ser cosa del pasado, junto con la influencia anarquista, la intervención de éste en el campo social, no sólo fue universalmente aceptada, sino también insistentemente reclamada (10).
En diciembre de 1935, se produjo una nueva escisión en el movimiento sindical, que llevó a la fractura de la C.G.T.. La Unión Ferroviaria , sindicato de orientación socialista y de importante influencia dentro de la C.G.T. por el peso numérico de sus afiliados, se enfrentó, junto con otros gremios, a la Junta Ejecutiva de la C.G.T., quedando concentrada una nueva división sindical, que esta vez asumió, además, características geográficas. El núcleo, que había realizado un verdadero "golpe", desconociendo a las autoridades de la C.G.T., representadas en la Junta Ejecutiva , se distinguió como C.G.T. calle Independencia; el otro sector, de orientación sindicalista pura, se organizó como C.G.T. de la calle Catamarca , retomando, en 1937, el nombre de Unión Sindical Argentina (U.S.A.)
La mayoría del movimiento obrero, más de doscientos mil afiliados, se agruparon en la C.G.T. Independencia, convertida luego en la única C.G .T., orientada por los socialistas que recibieron el apoyo de los comunistas, quienes pasaron también a integrar la entidad. Estos últimos, ante el avance del nazismo en Alemania y la consolidación del fascismo en Italia, se planteaban un cambio táctico en su accionar: "el frente popular". La teoría frentista establecía la necesidad de trabajar unidas con otros sectores políticos y gremiales contra las fuerzas nazi-fascistas.
Por su parte, el sindicalismo "puro", marginado del escenario que tanto tiempo había dominado, no volvería a jugar un papel relevante como tendencia. Sin embargo, la herencia que dejaba no era nada desdeñable: sus constantes esfuerzos por mantener la independencia del movimiento sindical frente a los partidos políticos, que se había transformado, de hecho, en abierta hostilidad hacia socialistas y comunistas, había contribuido a que la inserción de éstos en el movimiento obrero, sólo se logrará en forma tardía y superficial, y ello fue uno de los factores que facilitaría la tarea del peronismo.
Por otra parte, muchas de sus actitudes fueron retomadas por dirigentes de filiación o simpatías socialistas. Finalmente, la idea de una acción política, basada exclusivamente en las organizaciones sindicales será la idea encontrada, en 1945, en la base del Partido Laborista, cuyo Presidente, Luís Gay, fue el último Secretario General de la U.S.A. (14).
La C.G.T., que había comenzado un lento proceso de fortalecimiento, no pudo evitar un nuevo enfrentamiento que llevó a una nueva división. El conflicto surgió en las propias filas socialistas que se dividieron en dos bandos: uno encabezado por el Secretario General de la C.G.T., José Domenech y el otro dirigido por Ángel Borlenghi, Secretario General de los Empleados de Comercio y Francisco Pérez Leirós, Secretario General de lo Obreros Municipales.
En marzo de 1943, la C.G.T. quedó dividida en dos entidades: la C.G.T. N° 1 (Secretario General Domenech) y la C.G.T. N° 2 (Secretario General Pérez Leirós, con el apoyo comunista).
La Principal diferencia radicaba en que los integrantes de la C.G.T. N° 2 aspiraban a que la Central tuviera una participación mas activa en las cuestiones de política nacional e internacional, en forma coordinada con los partidos políticos, mientras que la C.G.T. N° 1 sostenía una actitud "neo-sindicalista" de presidencia política, limitación a las reivindicaciones específicamente gremiales y buena relación con el gobierno, cualquiera que éste fuera.
La revolución militar de 1943 encontrará al movimiento sindical escindido en dos centrales principales (C.G.T. N° 1 y 2), la U.S.A. y grupos de gremios autónomos de varias fuerzas.
Queda en el haber de este período, el hecho que, a pesar de las dificultades que el movimiento obrero tuvo que afrontar (desocupación, represión, divisiones), mostró una tendencia al crecimiento en lo que a organización sindical se refiere.
(14) DEL CAMPO, Hugo Op. Cit.
Numero de Afiliados a Organizaciones Sindicales
1936 | 1937 | 1939 | 1940 | 1941 | |
---|---|---|---|---|---|
C.G.T. | 262.630 | 289.393 | 270.320 | 311.076 | 330.581 |
U.S.A. | 25.095 | 32.111 | 26.980 | 23.039 | 14.543 |
F.A.C.E.* | 8.012 | 8.079 | 18.500 | 18.675 | 13.550 |
AUTÓNOMOS | 72.834 | 68.105 | 120.809 | 120.038 | 82.638 |
INDEFINIDOS (sin ninguna tendencia) | 1.398 | 21.214 | -- | -- | -- |
TOTALES |
369.969 100 |
418.902 113,23 |
436.609 118,01 |
472.609 127,80 |
441.412 119,31 |
* Federación de Asociaciones católicas de Empleados (no desarrollaba actividades propiamente sindicales, sino de carácter exclusivamente mutual y agrupaba sobre todo a empleados de Comercio y del Estado).
FUENTE: D.N.T. - Organización Sindical, Asociaciones Obrerasy Patronales, 1941, Buenos Aires, incluido en DEL CAMPO, Hugo - Op. Cit.
Por otra parte, la clase obrera que, en cuanto a tal, crecía numéricamente y en importancia en la estructura productiva, no había encontrado, todavía, una identidad política que le permitiera unificarse y hacer valer su peso como sector social. Esta entidad la hallaría recién a través del peronismo.