Un Modelo Con Justicia Social
A principios de esta década, la "convertibilidad" fue el instrumento de política económica seleccionado para disciplinar los precios y las variables monetarias de la economía argentina, sometida hasta entonces a graves desordenes en esas materias.
Después de las aciagas experiencias inflacionarias de mitad del ano 89 – cuando el poder adquisitivo del ingreso familiar se destruía en pocos días- así como del fracaso inicial del primer plan del actual gobierno (Plan Bunge y Born y periodo Erman Gonzalez), el país deposita sus esperanzas en la nueva Ley de Convertibilidad. Desde su promulgación en abril de 1991 los argentinos, entre ansiosos y esperanzados, verificaron el abatimiento progresivo de la tasa de inflación y con el pasar de los meses- la creciente estabilidad de los precios.
Pero, la sacralización de ese programa, pretendiendo transformarlo en un modelo de desarrollo de la economía, así como su asociación con medidas de claro corte neoliberal, tales como la apertura externa indiscriminada de la economía, la flexibilización laboral, las privatizaciones generalizadas y, en gran parte, transnacionalización, de las empresas publicas y el financiamiento del proceso en base al capital financiero internacional de corto plazo, termino por configurar al programa de convertibilidad en eje de un modelo de regresión neoconservadora de la sociedad argentina.
Las prioridades se trastocaron y en lugar de ser la convertibilidad un instrumento al servicio del pueblo, lo que ocurrió es que el pueblo y sus condiciones de vida fueron puestos al servicio de la convertibilidad. La gran mayoría de las familias argentinas se vieron expuestas a una brutal devaluación inversa; la paridad cambiaria unitaria se preservo, pero se asistió al derretimiento de los ingresos de vastas capas de la población, una de cuyas modalidades fue la colosal alza de la desocupación. Hoy es evidente que el modelo en curso adolece en su desarrollo de dos graves desequilibrios:
- La agudización de la regresión distributiva agravada por el proceso de flexibilización "de facto" del mercado de trabajo, y por la exclusión laboral consecuente.
- Una fuerte distorsión de precios relativos gestada al amparo de la paridad fija y cuyas graves consecuencias se acrecientan en virtud del desmantelamiento del sistema arancelario y aduanero y la espiral devaluatoria que sacude al mapa globalizado.
El primero de estos desequilibrios bloquea todo posible desarrollo exportador y resta competitividad a la producción local de bienes transables, mientras que el segundo desequilibrio contrae la demanda de consumo masivo y expande, en cambio, el consumo superior y la inversión dirigida a ampliar la producción de servicios no-transables y de bienes superfluos no-esenciales. El modelo se torna impotente para crecer, vía una ampliación de la demanda externa, capaz de impulsar una industria exportadora de significativo valor agregado, e igualmente impotente de generar un crecimiento industrial integrado sobre la base de un mercado interno en expansión y un crecimiento sostenido del poder adquisitivo del salario. Solo puede, como ocurrió en 1997 "reciclar" la-economía en base del consumo superior, dualizando la estructura industrial, incrementando la dependencia de bienes e insumos importados, dando lugar a fuertes déficit comercial y recurriendo, sistemáticamente, al endeudamiento externo.
Hoy podemos afirmar que el pueblo argentino fue sometido por el menemismo a un colosal fraude programático. El salariazo fue substituido por un perverso proceso de redistribución del ingreso a favor del capital concentrado y en lugar de la "revolución productiva" se gesto un inmenso cementerio fabril y una exclusión laboral sin precedente. La justicia social fue reemplazada por la flexibilización laboral, la independencia económica por el hiperglobalizante endeudamiento externo, la soberanía política por la doctrina de "las relaciones carnales". Las mafias y la mega corrupción se adueñaron del Estado.
En resumen, luego de casi siete anos de implementación del modelo neoliberal es de toda evidencia que el mismo implica un proceso de deterioro moral, de exclusión social y de dependencia de poderes externos sin antecedente en nuestra historia; conduciendo a una estructura desigual y elitista de la sociedad, basada en principios mercantilistas esencialmente insolidarios, destructora de toda virtud republicana, de todo sentido ético de la existencia social.
Denunciamos que este modelo de capitalismo salvaje entre otros graves prejuicios, viene provocando:
- La liquidación del patrimonio nacional y la entrega y transnacionalizacion de nuestras empresas publicas.
- El aumento en cuarenta mil millones de dólares (U$S 40.000.000) del endeudamiento publico externo llevándolo a cien mil millones de dólares (U$S 100.000.000) y forzando a las provincias y al sector privado a un proceso acelerado de endeudamiento.
- Los niveles de desocupación más altos de nuestra historia y uno de los mayores del mundo. La precarización de los puestos de trabajo y un crecimiento explosivo del autoempleo informal y el subempleo. Como fruto de 7 años de modelo neoliberal la sociedad argentina soporta hoy 1,8 millones de desempleados "abiertos", casi cuatro millones de informales (desempleados autofinanciados), mas de 1,3 millones de subempleados y alrededor de 300.000 desempleados ocultos. En total 7,4 millones de trabajadores excluidos de un puesto estable en el sector moderno de la economía. Sobre una fuerza laboral de poco más de 14 millones de personas significa que el 50% se encuentra excluido de oportunidades de trabajo estable, razonablemente productivas y aceptablemente dignas.
- La desindustrialización del país, la liquidación de las pequeñas y medianas empresas y el quebranto de las economías regionales. En pocos anos se destruyeron decenas de miles de empresas en el sector textil, confecciones, muebles, carpintería metálica, calzado, electrodomésticos, etc., liquidando no solo activos físicos, maquinaria y herramientas sino también "capacidad organizativa" e iniciativa empresarial cuya reconstitución exigirá largos y caros esfuerzos al país.
- El deterioro de la educación publica, de la justicia, de la atención de la salud, y del sistema solidario de las obras sociales.
- La destrucción del sistema de la seguridad social; condenando al abandono y a la miseria a millones de compañeros jubilados.
- La distorsión del espíritu republicano de gobierno y de la división de poderes, promoviendo inéditos niveles de corrupción.
- La "flexibilización" de los derechos de los trabajadores y la imposición de un ajuste permanente del poder adquisitivo del salario. Durante los 7 anos de programa de convertibilidad el salario real medio de los trabajadores argentinos descendió algo más de 17%, representando actualmente la mitad del que tenían en 1974.
Frente a la gravedad de los hechos, se hace imprescindible detener y revertir este proceso de exclusión social, regresión distributiva, hiperdependencia externa y perdida de soberanía y de identidad nacional: Porque no es verdad que sea este el único camino: defendemos nuestro derecho de reconstruir para nosotros y las futuras generaciones de argentinos un futuro mejor, donde vuelva a imperar la justicia social y el bien común. Porque el movimiento obrero organizado debe ser, en conjunto con los pequeños y mediamos productores y comerciantes, los profesionales y técnicos, la clase media en pauperización, los jóvenes, los sectores informalizados y las organizaciones populares, el instrumento insustituible para confrontar con el modelo neoliberal individualista y para construir una alternativa solidaria. Porque , finalmente, la evolución del modelo en el actual contexto de crisis internacional nos conducirá mas temprano que tarde a un inexorable estallido de la convertibilidad en manos del capital especulativo y sabemos que tal catástrofe habrá de tener – una vez mas- como principales damnificados a los trabajadores y a los sectores mas pobres de nuestro pueblo.
En la Argentina de los últimos anos, el establishment, sus voceros y gran parte de la clase política y de las dirigencias sectoriales claudicantes han pretendido convencernos de que la única manera de estar actualizados y a tono con el pensamiento mundial es ser neoliberal. Con el apoyo de comunicólogos sociales y el dominio de medios masivos de información se esforzaron en instalar la dictadura del pensamiento único, forma de racionalidad unilateral, autoritaria, inmune al dialogo, huidiza a todo debate, inhabilitada para cualquier consideración ética o de justicia, puesto que estas tensan y sostienen las relaciones humanas complejas y, por tanto, el discenso y los acuerdos. Con la lógica (o el mito) de las fuerzas del mercado se intento sustituir el espacio del consenso, de la conciliación de intereses, del acuerdo social, en fin, de la política misma. Sus defensores externos y sus replicas domesticas se mostraron impertérritos frente a toda reflexión critica, incapaces de asombro y autocuestionamiento ante los nuevos hechos de la realidad; distantes y soberbios evitaron con desprecio "tecnicista" toda clase de pensamiento alternativo que pusiera en cuestión el "núcleo duro" del fundamentalismo neoliberal.
La globalización de la crisis, la espiral devaluatoria mundial, el resurgimiento del pensamiento social en Europa, la imposibilidad de validar empíricamente sus tesis, anuncian ya, el quiebre inevitable de ese paradigma. Anuncian el fin del pensamiento único, y el retorno de las utopías como instrumento de proyección social y la recuperación del protagonismo de los actores sociales.
Pero además, en la Argentina aquella falsa opción choco siempre con la tradición cultural de la línea nacional, popular y cristiana, y muy concretamente con la doctrina peronista, a la que adhiere la mayoría de los trabajadores argentinos.
La doctrina peronista se encuentra en los antípodas del pensamiento único. Se sustenta en el reconocimiento de la pluralidad de destinos, de la creatividad, del protagonismo histórico del hombre y de los actores sociales, de la diversidad y el consenso. Del acuerdo trabajoso, pero solidario y comprensivo, entre todos los miembros de la comunidad en la búsqueda de mayores espacios de libertad (autodeterminación creciente de hombres, familias, grupos sociales) y de un bien compartido, el bien común, la felicidad de un pueblo, la alegría cotidiana y esperanzada de la vida, del trabajo creador, de las utopías posibles... y del sello inevitable que estas imprimen en el futuro real.
Dentro de ese marco, el trabajo busca su armonización con el capital en el ámbito de una comunidad organizada, en la cual el Estado tiene un papel de importancia porque puede tomar medidas que permitan la armonía que se pretende. Ello implica subordinar el mercado al Estado y la economía a la felicidad del pueblo. "El Estado tiene 1a obligación especial de adoptar medidas decisivas de protección de la familia, y no puede eludir ese mandato bajo ningún concepto. Olvidar esa exigencia llevaría a la comunidad a sembrar dentro de ella las semillas que habrán de destruirla", protección que, debe referirse al ingreso real, la educación, la salud, la vivienda, el equilibrio regional de la Nación, el esparcimiento, en fin, el pleno desarrollo humano. "Mientras exista una sola familia cuyo ingreso este, solo en un mero nivel de subsistencia o, peor aun, por debajo de este, no habremos logrado en modo alguno un nivel económico con justicia social".
Por consiguiente, el derecho al trabajo y a su justa remuneración es la base sobre la que se fundamenta la doctrina peronista: la comunidad se realiza porque todos trabajan, así se crea la riqueza, y esa riqueza se distribuye para que todos los sectores sociales se beneficien con ella. Son pues los trabajadores el eje central de la Nación.
El derecho al trabajo y a una justa distribución de riqueza y oportunidades son los primeros derechos sociales, pero no existen hoy en la Argentina. Para que existan, los trabajadores presentan esta propuesta que abre nuevas posibilidades y muestra que es factible otro país, el país de los sueños. La utopía de un futuro abierto para nuestros hijos y de felicidad para nuestros ancianos.
Si el programa propuesto no se aplicara urgentemente y continuara el curso vigente, entonces seria muy difícil, en vista de un cuadro socioeconómico nacional e internacional cada día mas acusadamente critico, evitar una alteración hondamente traumática de la convertibilidad con las pesadas consecuencias que ello provocaría
Se necesita un nuevo y amplio Acuerdo Político y Socioeconómico para salir de la crisis; los trabajadores y sus organizaciones representativas reafirmamos nuestro compromiso y nuestro esfuerzo en la búsqueda del bien común pero reclamamos el compromiso real de los empresarios a expandir seriamente la inversión y a crear puestos de trabajo, respetando la equidad en las relaciones laborales y la justicia social como criterio fundamental. Y, solicitamos a las dirigencias políticas que se liberen de los microclimas e intereses electoralistas que empañan su visión de la realidad, y se sumen a esta iniciativa.
Es hora de recuperar las Tres Banderas: Independencia Económica, Soberanía Política y Justicia Social, que han dejado de ser patrimonio exclusivo de una fuerza política en particular, para erigirse en legado histórico de la cultura del pueblo todo, legado que hoy se trata de desconocer a través de la actual política económica.
Por todo ello, los lineamientos básicos de un modelo con justicia social son:
- La regulación del mercado a través de políticas activas del Estado y la reconstitución de este para que cumpla su rol en el logro de objetivos sociales irrenunciables: pleno empleo, crecimiento económico y distribución equitativa del ingreso nacional. Un mercado al servicio de la sociedad en lugar de la sociedad al servicio del mercado.
- La recuperación inmediata del salario real, las jubilaciones y pensiones y, por su medio, del mercado interno, como sustento básico de la reindustrialización del país y de la plena utilización del trabajo argentino y de las capacidades productivas actualmente ociosas.
- La urgente protección de la industria y el trabajo nacional poniendo final a la irresponsable e irrestricta apertura de la economía, a través de la aplicación de políticas arancelarias y, en general, del manejo administrado del comercio exterior, aranceles temporales, compensatorios de la crisis devaluatoria mundial.
- La sanción legislativa de la iniciativa popular "Progreso con Justicia Social" y la derogación de toda legislación que atente contra la estabilidad del empleo, la intangibilidad del salario, la seguridad en el trabajo y el ejercicio de los derechos constitucionales de negociación colectiva y de huelga.
- La promoción sostenida de las exportaciones por medio de la aplicación de políticas activas, reintegros pactados sobre metas y convenios de exportación específicos en los que participen empresarios, trabajadores y el Estado.
- La reforma del regresivo sistema tributario imperante que grava a los que menos tienen y su substitución por impuestos de carácter progresivo, sobre ganancias, riqueza y el consumo suntuario y liberando del I.V.A. a una canasta de consumo básico a fin de elevar significativamente el poder de compra de los sectores populares del país.
- La implementación de un programa nacional de desarrollo de las economías regionales que concentrando el esfuerzo de todo el país detenga el desarraigo que viene induciendo en el interior, la desatención de las problemáticas especificas, el derrumbe de las producciones tradicionales y el atraso de los pequeños productores rurales.
- La renegociación, la discusión de su origen y calidad legal y la superación de toda subordinación de política al F.M.I. y el B.M.
- Propender a la integración regional no solo económico-financiera (coordinación de políticas cambiarias, moneda única, Banco Central Regional, Proyectos regionales de desarrollo vial, hidrovías, nuclear, de defensa, comunicaciones, infraestructura científico-tecnológica, etc.) sino también integración político institucional (Parlamento regional, corte superior, defensa, etc.) y social, con la adopción de una Carta Social Regional y la promoción de un Foro Sindical Regional complementado con la implementación de Oficinas Laborales Regionales por actividad.
- La reconstitución del sistema solidario de previsión y de las normas protectivas de la seguridad y de las condiciones de trabajo.
- La recuperación y difusión de nuestros valores culturales y la confirmación de nuestra identidad nacional.
- La reconstrucción de los sistemas de educación, salud y justicia, garantizando el acceso a ellos, gratuito e igualitario de todos los argentinos.
A fin de evitar cualquier riesgo inflacionario las políticas seleccionadas se basan en un respeto irrestricto al equilibrio presupuestario de pleno empleo (producto potencial) y a una atenta sincronía entre recuperación de salario real e incremento de productividad. Por igual razón las metas de recuperación del salario real pueden parecer modestas (entre 3 y 4% por semestre a lo largo de 6 semestres) pero la recuperación de la oferta interna exige tal clase de programación. Lo importante es iniciar y sostener en el tiempo un proceso ya impostergable de recuperación del poder adquisitivo del salario.
El desarrollo de estas propuestas y de las políticas económicas pertinentes (fiscales, monetarios, de precios e ingresos, cambiarios y arancelarios) se expone en el programa de corto plazo adjunto a este resumen. Se incluye también una simulación econométrica del desarrollo del programa durante el primer ano de su eventual ejecución.
En procura de estos objetivos comprometemos nuestro esfuerzo para iniciar sin demoras en todos los rincones de la patria, la organización de ámbitos de reflexión y debate desde donde surgirán las ideas que han de enriquecer nuestras propuestas y contribuir a la constitución de otro modelo de sociedad.
Convocamos a todos los compatriotas comprometidos con la causa nacional y popular y los valores éticos de la justicia social y la solidaridad a acompañarnos en esta gesta, inspirados en la convicción que ese es el camino que nos permitirá reconstruir. UNA ARGENTINA PARA TODOS.