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Índice del artículo

Introducción 

Al enfocar el desarrollo de la organización sindical de la Argentina, se hace necesario conectar el mismo con las transformaciones sociales, políticas y económicas ocurridas en el país, a efectos de poder reflexionar el período de estudios dentro de un contexto más amplio que nos permita relacionar las particularidades del sindicalismo con ciertos acontecimientos fundamentales en la historia argentina. 

Marcaremos tres sub-etapas en este período adscribiéndonos a la hipótesis de que, cada una de ellas, responde a una fase económica, social y política determinada, insertas en un "modelo" de país: el de un capitalismo dependiente que, para gran parte de esta etapa, tiene fuertes lazos de subordinación a Inglaterra dentro del esquema de exportación de materias primas (productos agrícola-ganaderos) 
importación de productos manufacturados, lo que permite el desarrollo de un proceso de expansión y crecimiento hacia afuera. El énfasis de este modelo no está, pues, en un desarrollo autónomo y de crecimiento del mercado interno, sino que se basa en la dependencia con respecto a un mercado externo y en donde el desarrollo del sector industrial, va a darse lentamente y en forma subordinada a los intereses del sector agrícola-ganadero ligado a los centros del poder económico mundial.

Señalaremos también las alternativas que se instrumentan durante el gobierno peronista a este crecimiento hacia afuera, con la posibilidad de construir un desarrollo industrial a partir de una recomposición de fuerza dentro del espectro social. Las transformaciones planteadas por el Peronismo, obviamente, tendrán un correlato de vital significación en la organización y práctica del sindicalismo. Dentro de este marco, trataremos, pues, de reseñar las principales características del sindicalismo argentino, teniendo en cuenta que, las condiciones económico-sociales que priman en el período, no sólo marcan el desarrollo de la organización sindical, sino que permiten, también, explicar el éxito o el fracaso de determinadas corrientes o doctrinas.


1877/1919 - Industrialización incipiente y predominio del Sindicalismo "Anarquista"

Primeros Movimientos Huelguísticos (1878-1896)

Los primeros antecedentes de organizaciones del trabajo se remontan al período colonial, pero los gremios eran, en ese entonces, corporaciones de oficios similares a las de la Edad Media , en donde, además de ser organizaciones de artesanos, tenían también un cierto carácter religioso, ya que la Iglesia jugaba un papel dominante en todas las manifestaciones de la vida social. Los plateros constituyeron así un gremio de considerable gravitación, íntimamente relacionado con la economía de la Colonia (extracción de metales de las minas de Bolivia y Perú). 

Los artesanos dedicados a la confección de zapatos, ligados a la industria del cuero – una de las principales actividades del Río de la Plata - forman también una asociación a fines del siglo XVIII. 

En 1857 se funda la Asociación Tipográfica Bonaerense y también la Sociedad de Zapateros San Crispín , pero, estas organizaciones denotaban más un carácter mutual que estrictamente sindical. Es recién en 1877 cuando se constituyó la primera estructura sindical con carácter moderno: la Unión Tipográfica Bonaerense , que realizó, al año siguiente , una huelga por la reducción de salarios que afectaba a sus afiliados. El triunfo de este hecho de fuerza marco la celebración del primer convenio colectivo que se conoce en la Argentina. 

La creación del Sindicato de Comercio (1881), la Sociedad Obrera de Albañiles y la Unión Obrera de Sastres (1882), La Fraternidad(1887), agrupando a conductores y foguistas ferroviarios, señalaron, junto a otras estructuras sindicales, la voluntad organizativa de la clase trabajadora. Bien es cierto que los sindicatos eran débiles en sus primeros intentos; generalmente se constituían en torno de un conflicto frente a una necesidad y, una vez superados estos problemas desaparecían la pérdida de una huelga podía también, determinar su retirada de la escena gremial. No podía, tampoco, pensarse en un sindicato nacional ni en una estructura centralizada. Una excepción a esto fue el caso de La Fraternidad , que buscó aunar el aspecto gremial y mutual, dentro de un esquema organizativo que consolidara una sola entidad fuerte y permanente. 

En qué estructura económica, política y social se dieron estas primeras organizaciones sindicales. Debemos señalar, en primer lugar, el fenómeno inmigratorio, que llevó a modificar, entre 1895/1914, el desarrollo de la población argentina , la que sufrió cambios notables en su crecimiento, composición y distribución geográfica. La inmigración masiva constituyó uno de los ejes en que se asentó la economía agro-exportadora, fundada en la dependencia del capital europeo, principalmente el inglés. El país se desarrolló en función del puerto, mirando hacia el exterior, lo que se tradujo en graves desequilibrios internos: el desmedido crecimiento del litoral en detrimento del interior del país, la estructura latifundista del campo argentino, disipándose los excedentes de este sector en importaciones de lujo, sin canalización en el desarrollo del sector industrial y la postergación del desenvolvimiento del mercado interno.   En términos políticos, este "modelo" se tradujo en el estrecho control ejercido por una elite, "la oligarquía", que basaba su poder en el monopolio de la tierra y en la ocupación del aparato del Estado. Ligada a esta elite, apareció el capital extranjero, bajo la forma de empréstitos públicos, hipotecas o inversiones directas, teniendo un peso decisivo en las decisiones de esta elite. El Estado oligárquico que se estructuró en la Argentina, a mediados del siglo pasado, fue consecuencia, precisamente, de este pacto esencial entre los sectores dominantes nativos y los intereses extranjeros. 

En este contexto, la inmigración, que había llegado en principio para contribuir a la colonización de la tierra, se vio, en forma así general, impedida de acceder a ella, debido, justamente, a la estructura latifundista de la tierra. Frustrada esta posibilidad, los inmigrantes se dirigieron hacia los centros urbanos, donde pasaron a engrosar el mercado de trabajo. Junto con la población nativa, constituyeron, por un lado, a conformar el proletariado urbano; por el otro, pasaron a integrar las capas medias en actividades como el comercio y la industria, creando talleres y establecimientos, por lo general pequeños, al no contar con gran capital. En el presente siglo, en la década del ‘10, comenzó a incorporarse un nuevo actor social: el hijo del inmigrante que bregaba por el ascenso social y  la participación política.  

La elite tradicional mantuvo con la mayoría de la población, tanto nativos como inmigrantes, relaciones generalmente conflictivas, especialmente con el proletariado urbano la tensión social fue constante, desembocando, en repetidas oportunidades, en huelgas y enfrentamientos.

Primeros Movimientos Huelguísticos (1878-1896)

AÑO Nº de Huelgas OFICIOS COMPRENDIDOS
1878 1 Tipográficos.
1887 1 Zapateros.
1888 2 Maquinistas ferroviarios y obreros de los talleres Solá (Ex Ferrocarril del Sud, hoy General Roca).
1889 3 Obreros y ferroviarios de los talleres Solá, carpinteros y albañiles.
1890 4 Albañiles, carpinteros, zapateros y obreros ferroviarios.
1891 2 Obreros ferroviarios de los Talleres Solá y sombrereros.
1892 7 Sombrereros, tipográficos, peluqueros, faroleros, peones municipales, obreros ferroviarios y tabaqueros.
1893 3 Zapateros, yeseros y cigarreros.
1894 9 Albañiles, ebanistas, curtidores, vidrieros, hajalateros yeseros, cocheros de tranvías, pintores, descargadores de carbón;
1895 19 Yeseros, estibadores, marines, calafateros, carpinteros de ribera, caldereros, peones del puerto, panaderos, mayorales, galponistas, sastres, marmoleros, fideeros, pintores, carpinteros del puerto, talabarteros, herradores, constructores de carro, zingueros.
1896 26 Fideeros, constructores de carruajes, curtidores, bronceros, hojalateros, cigarreros, vidrieros, relojeros y joyeros, tipógrafos, obreros y ferroviarios de los Talleres Solá, alpargateros, obreros de las usinas de gas, panaderos, sastres, telefonistas, sueleros, maquinistas ferroviarios.

Movimientos Huelguísticos en Buenos Aires (1906-1919)

AÑO Nº de Huelga HUELGUISTAS
HOMBRES MUJERES MENORES TOTALES
1906 170 -- -- -- 70.743
1907 231 155.348 5.230 8.439 169.017
1908 118 8.992 1.390 1.179 11.561
1909 138 4.389 14 359 4.762
1910 298 18.316 481 9 18.806
1911 102 26.687 1.200 105 27.992
1912 99 8.515 290 184 8.992
1913 95 22.769 802 127 23.698
1914 64 14.112 -- 25 14.137
1915 65 9.804 2.216 57 12.077
1916 80 24.140 139 42 24.321
1917 138 133.859 785 1.418 136.062
1918 196 121.170 6.644 5.228 133.042
1919 397 297.518 9.579 5.870 308.967

FUENTE: Departamento Nacional del Trabajo Boletines en ROTANDARO, Rubén. Op. Cit.

En 1902 se presentó un anteproyecto al Congreso que fue sancionado con el nombre de Ley de Residencia, por la que se aportó a los principales activistas y dirigentes sindicales extranjeros. En 1912, la sanción de la nueva ley electoral posibilitó el voto secreto, libre, obligatorio e individual que abrió el camino para el triunfo de las urnas del partido radical.

Hipólito Irigoyen, que asumió la presidencia en 1916, representó un frente de clases con la presencia de peones, artesanos, pequeños industriales, pequeños ganaderos, militares, y grupos médicos. Señaló el ascenso político de los sectores intermedios y fue el primer intento, aun con titubeos, de limitar el poder de la oligarquía.

El gobierno de Yrigoyen se vio sometido, desde un principio, a una serie de vaivenes que hacían contrastar su política general con las medidas impuestas por él a la oligarquía de su propio partido; consecuencia de tales contradicciones fueron la Semana Trágica de 1919 y la masacre de la Patagonia 1921/1922. Queda en el haber, el recoger las inquietudes más urgentes de la clase obrera, estableciendo leyes de protección al trabajo, tales como: las de Contrato Colectivo de Trabajo; de jubilación; de alquileres, la prohibición de embargos de sueldos, jubilaciones o pensiones; la propuesta de salarios mínimos; la obligación de pagar a los obreros en moneda nacional.

La conformación industrial de la época, por su parte, se expresó a través de una mayoría de talleres artesanales. Pero, paralelo a ello, se dio también la existencia de establecimientos de mayor envergadura y grupos de fábricas medianas. Aunque sin tener mayor peso en el total de establecimientos los de más porte, que, según el censo de 1908, constituían el 8% del total de establecimientos y reunían el 25% de los obreros industriales, representaban el núcleo más concentrado y mecanizado de la industria argentina, vinculado, muchas veces, al propio capital extranjero, tal el caso de saladeros, frigoríficos, ingenios; industrias éstas relacionadas con la actividad agropecuaria principal.

Las características principales de los obreros ocupados en estas fábricas, fueron la de contar con un alto porcentaje de mano de obra argentina (en particular aquellas situadas en el interior del país) y la de requerir, en general, poca calificación (con excepción de las usinas de gas). En la mayoría de los casos se trató, sobre todo, de nativos, peones e inclusive indios, recientemente proletizados, sin mayor organización ni experiencia política (1).

En contrapartida, los obreros ligados a los talleres tenían mayor grado de calificación y fue de este grupo de donde surgieron las principales organizaciones gremiales de oficios.

En síntesis, se puede decir que el proletariado urbano de principios de siglo estuvo compuesto, en su gran mayoría, de artesanos y obreros de pequeños talleres, con excepción de ciertos núcleos de establecimientos medios y grandes, donde se concentraban trabajadores de reciente proletarización. Por otra parte, hacia 1914 aumentó la participación del nativo en las actividades industriales, a pesar de mantenerse el flujo de inmigrantes, debido, probablemente, este fenómeno a la introducción del hijo del inmigrante -ya argentino- en las actividades industriales y en cierto desplazamiento del extranjero hacia trabajos menos calificados (2). 
 

(1) - BILSKY, Edgardo: "La FORA y el Movimiento Obrero". Tomo I. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1895. 
(2) - BILSKY, Edgardo Op. Cit.

  • Composición Nacional del Personal Empleado en la Industria (1895-1914)
  1895 1914
Gremios Argentinos % Extranjeros % Argentinos % Extranjeros %
Alimentación 8.345 31 18.726 69 68.047 50 66.795 50
Vestido y Tocador
10.414
32
22.185
68
25.186
44
32.578
56
Construcción
12.702
42
17.817
58
50.361
58
36.596
42
Muebles y Anexos
4.123
32
8.598
68
14.615
50
14.392
50
Artísticas y Ornatos
803
32
1.757
68
1.973
46
2.324
54
Metalúrgica y Anexos
4.018
28
10.613
72
13.988
48
15.339
52
Productos Químicos
2.203
47
2.509
53
4.929
49
5.057
51
Artes Gráficas y Anexos
2.558
51
2.522
49
8.418
63
4.868
37
Fibras, tejidos e hilados
--
-
--
-
9.979
64
5.581
36
Diversas
7.190
46
8.567
54
12.127
42
16.688
58
TOTALES
52.356
36
93.264
64
209.623
51
200.578
49

FUENTE: BILSKY, Edgardo Op. Cit.

Es necesario también considerar que la situación de la clase obrera Argentina, a fines del Siglo XIX y comienzos del presente, distaba mucho de ser el paraíso por la propaganda de los organismos pr

omotores de la inmigración europea, que se referían al país como la "tierra de promisión". La ciudad de Buenos Aires registraba un crecimiento vertiginoso, para el cual no se encontraba preparada. El censo de 1887 daba cuenta de la existencia de 2.835 conventillos con 116.167 inquilinos.

El trabajo en la ciudad se desarrollaba bajo condiciones infrahumanas de explotación. Así, por ejemplo, señalaba un periódico de la época:

"Fábrica Dell'Acqua y Cía., de Chacarita: Trabajan algunos centenares de mujeres jóvenes y niñas desde la mas temprana edad. Al ingresar en el establecimiento las obreras deben dejar un depósito en metálico que sirve para las multas que les fueron aplicadas; para gastos de médico que tuviera que sufragar el patrón en caso de caer enfermas y como garantía para que no puedan abandonar el trabajo sin previo aviso anticipado de ocho días, so pena de pérdida de la suma depositada". (3)

No era mejor la situación en otras importantes localidades del país. En Rosario, el trabajo de la refinería de azúcar presentaba el siguiente cuadro:

Trabajo: 12 horas diarias. 
Consigna: Silencio absoluto. Trabajo no interrumpido. 
Multa y despido a la menos falta. 
Local: Antihigiénico. Humedad. Frío. Calor. 
Sueldo: Mujeres $ 1,- por día. 
Trabajo nocturno: 12 horas diarias. Igual trabajo (4)

La situación de la población nativa en el interior del país era aún mucho más tremenda. Bialet Messé, en su famoso informe sobre "El estado de las clases obreras argentinas a comienzos del siglo", señalaba:

"Cuando en las cumbres del Famatina he visto al peón de minas, cargando con 60 y más kilogramos, deslizarse por las galerías de las minas, corriendo riesgos de todo género, en una atmósfera de la mitad de la presión normal; cuando he visto en la ciudad de La Rioja al obrero, ganando sólo 80 centavos, metido en la zanja estrecha de una cañería de aguas corrientes, aguantando en sus espaldas un calor de 57 grados, a las dos de la tarde; cuando he visto a la lavandera de Goya lavar la docena de ropa a 30 centavos, bajo un sol abrasador; cuando he visto en todo el interior la explotación inicua del vale de proveeduría; cuando he visto en el Chaco explotar al indio como bestia que no cuesta dinero, y cuando he podido comprobar, por mi mismo, los efectos de la ración insuficiente en la debilitación del sujeto y la degeneración de la raza, no han podido menos que acudir a mi mente aquellas leyes tan previsoras d todos estos y otros detalles que se han reproducido en cuanto se ha creído que faltaba el freno de la ley".

(3) - " La protesta Humana " el 3-9-1899.Citado en ROTANDARO, Rubén - Op. Cit.
(4) - ROTANDARO, Rubén - Op. Cit.
(5) - BIALET MASSE: "El Estado de las clases Obreras Argentinas a comienzos del Siglo"

Universidad Nacional de Córdoba. Dirección General de Publicaciones. Córdoba, 1985.

Hemos señalado ya, a comienzos del trabajo, la voluntad organizativa de la clase obrera que reaccionó agrupándose, creando sus instituciones frente a las arbitrariedades d los patrones. Ubicaremos a continuación las corrientes sindicales del período, fuertemente influidas por las ideas entonces vigentes en Europa y que habían sido trasladadas a nuestros medios a través de la inmigración.

ANARQUISMO: Fue la corriente prevaleciente en el período; gran parte de sus dirigentes eran extranjeros, pero hallaron eco en los obreros autóctonos. Su base de sustentación se hallaba en los talleres artesanales y en pequeñas industrias, donde, como señaláramos, abundaban obreros con oficios mas calificados.

Esta corriente se organizó con la llegada al país del anarquista italiano Errico Malatesta (1885), quien propulsó la creación de sociedades internacionales de carpinteros, ebanistas, y anexos.

En 1887 constituyó la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos, que fue la primera Sociedad Resistencia del país en la que se manifestó con claridad la posición anarquista respecto al método de "acción directa" contra el "Régimen" . En efecto, la principal arma de combate del anarquismo fue la "huelga revolucionaria" , dirigida tanto contra el capital como contra el poder político cuya destrucción propugnaban. No percibían otra forma de hacer valer sus demandas que accediendo al poder por la fuerza; su irrupción les permitiría, después, destruir la maquinaria del Estado, fuente de opresión.

La inestabilidad social imperante, la marginación a la que se veían sometidos la mayoría de los trabajadores y el clima de enfrentamiento social, constituían el mejor abono posibles para el florecimiento de las tendencias mas radicalizadas que, como el anarquismo, eran fuertemente impugnadas del sistema. El debilitamiento de esta corriente y su progresivo ocaso se consumó hacia finales del período, cuando dio batalla frontal contra el "Régimen", durante el mes de enero de 1919 ("Semana Trágica" de Buenos Aires), siendo abrumadoramente derrotada. Simular situación ocurría en la Patagonia dos años después. Estos sucesos, que significaron una atroz represión para la clase trabajadora, marcarían el declinamiento de la confrontación directa contra el sistema y de la tendencia "anarquista".

SOCIALISMO: Sus primeros antecedentes en el país se remontan a la fundación del Club "Vorwarts" (1882), por parte e alemanes exiliados, el cuál daría origen, mas tarde, al Partido Socialista. Esta corriente ideológica se plegó a una postura legalista, siendo influenciada por la prédica deEduardo Bernstein dirigente del Partido Socialista Alemán, precursor de la socialdemocracia. Sus postulados partían del supuesto de una larga supervivencia de la sociedad capitalista, por lo que tendrían que replantearse las luchas obreras, las que debían tender a la búsqueda de reformas que modificaran las condiciones laborales y que, por un proceso evolutivo gradual, condujeran a la transformación del sistema capitalista. Consideraban primordial la conquista del Parlamento desde donde, a través de una campaña esclarecedora y una acción decidida de beneficios a la clase trabajadora se pudieran concretar nuevas estructuras sociales . En función de este ideario se plantearon en el Congreso distintos temas sociales a través de proyectos legislativos presentados por el socialista Alfredo L. Palacios , que había llegado a la Cámara de Diputados en 1904. Esta corriente logró sobre todo, cierta audiencia en el seno de las ascendentes clases medias.

SINDICALISMO PURO O "REVOLUCIONARIO": Esta corriente nació en el país a fines de 1904, como escisión del Partido Socialista, constituyendo una agrupación que adoptó el nombre que, en Francia e Italia, habían tomado los partidarios de esta organización gremial.

Representaban un movimiento auténticamente obrero, de camino entre el anarquismo y el socialismo. Tomaba los principios marxistas en torno a la lucha de clases y, particularmente del anarquismo la utilización de la acción directa como método táctico que partía de la base de la huelga general revolucionaria, contra el capital y el Estado , lo que posibilitaría el control y dirección de la producción por los propios trabajadores. Pero, atacaban al anarquismo en cuanto a mezclar a la organización gremial con los dogmas ideológicos. Era menos elitista y mas pragmática que el socialismo y menos extremista, aunque tan "gremialista" como el anarquismo. Proveniente de una lectura moderada del anarquismo, el "sindicalismo puro" - cuyo rol sería de creciente importancia en el movimiento obrero nacional - adoptó una actitud semilegal, poco atada a un "dogma ideológico" y desconfiada de los partidos políticos (6).

Postulada la autonomía total de la clase obrera, tratando de cortar todos los puentes que la ataran o ligaran al "mundo burgués" , tanto desde el punto de vista político como cultural. En este sentido, el proletariado debía deshacerse de los intelectuales, esto es, de la figura de los " políticos profesionales" , metidos a dirigentes del movimiento obrero, que, por su origen social como por su práctica cotidiana, alimentaban el espíritu de tutelaje de la clase obrera, coartando su capacitación y desarrollo independiente. (7)

Si bien diferían en tácticas y estrategias, el punto de coincidencia de las distintas corrientes estribaba en las reivindicaciones inmediatas que perseguían: jornada de ocho horas diarias, prohibición de empleo de menores de 14 años, abolición del trabajo a destajo, descanso dominical y limitación del trabajo nocturno, un mínimo de salario con base oro, a igual producción igual salario, tanto para el varón como para la mujer, leyes que responsabilizaran a los patrones por los accidentes de trabajo, concesiones de pensiones y subsidios a los obreros ancianos y a los inválidos del trabajo.

En lo que respecta a las organizaciones gremiales de la época, debemos señalar que la acción anarquista condujo a la formación de la Federación Obrera Argentina (f.o.a. - 1901), la central obrera permanente mas importante de la época, pero, su postura externa, condujo a la división del movimiento obrero y de sus sindicatos. En efecto, en 1902, los socialistas se retiraban del Congreso de la FAO conjuntamente con un grupo de sindicalistas "puros", dando lugar a la creación de la Unión General del Trabajo (U.G.T. -1903).

Durante el IV Congreso de la FOA en 1904, esta pasó a llamarse Federación Obrera Regional Argentina (F.O.R.A.) , ya que se consideraba a la Argentina una región del mundo. Esta Central representaba la posición "pura y dura" del anarquismo, postulando que debía:

"dirigir todos sus esfuerzo a conseguir: la completa emancipación del proletariado, creando sociedades de resistencia, federaciones de oficios afines, federaciones locales, consolidando la nacional, para que así, procediendo de lo simple a lo compuesto, ampliando los horizontes en que hasta hoy han vivido los productores, dándoles a estos mas pan, mas pensamiento, mas vida,

(6) - FERNANDEZ, Arturo: Op. Cit.
(7) - BILSKY, Edgardo Op. Cit. Tomo II.

Podamos formar con los explotados de todas las naciones la gran confederación de todos los productores de la tierra, y así solidarizados podamos marchar, firmes y decididos a la conquista de la emancipación económica Social."(8)

En 1909 se creó una nueva Central de la Confederación Obrera Regional Argentina (C.O.R.A.) , que absorbió a las fuerzas de la U.G.T. y a una mayoría de gremios autónomos, pasando a estar controlada por los sindicalistas "puros", con participación minoritaria socialista.

Durante el período se dieron continuas tentativas de fusión de las centrales sindicales, las que, finalmente, pudieron concretarse en 1914 cuando resuelven adherirse directamente a la F.O.R.A. Pero, la unidad lograda resultó efímera, ya que no sólo las diferencias ideológicas, separaban a los distintos grupos, sino también en el afán de predominar en la dirección de los sindicatos. Es así como la endeble unión lograda, se vio frustrada al realizarse un nuevo Congreso de la F.O.R.A. en 1915; en esta oportunidad, el suprimirse la resolución del V Congreso por la cual se recomendaba la propaganda del comunismo anárquico, la minoría anarquista resolvió retirarse, constituyéndose como F.O.R.A. del V Congreso, para significar que estaba orientado en el espíritu de lo resuelto en dicha reunión de 1905.

De esta forma, se regresó a la existencia de distintas centrales: la F.O.R.A. del V Congreso y la F.O.R.A. del IX Congreso controlada por sindicalistas "puros" y socialistas. Esta última creció considerablemente entre 1915 y 1919, pasando de 10 mil a 200 mil afiliados y de 51 a 530 sindicatos adheridos; la Federación Obrera Marítima constituía la entidad sindical más importante de la F.O.R.A. del IX Congreso (9).

El anarquismo, por su parte, como ya lo señaláramos anteriormente, fue declinando hacia finales del período. El ocaso de esta tendencia se debió, además de la feroz represión de que fue objeto por parte del sistema, el hecho de que, como consecuencia de los efectos producidos por la Primera Guerra Mundial , se aceleró el proceso de industrialización del país (la Argentina debió reemplazar importaciones provenientes hasta ese momento de países en conflicto) ampliándose el mercado de trabajo. Esta situación derivó en un crecimiento organizado y numérico de los sindicatos, que llevó al anarquismo a perder la base de sustentación en que se había fincado su preponderancia. Otros tiempos devendrían y otro tipo de sindicalismo comenzaría a tener prevalecía.


1920/1943 - Expansión Industrial y predominio del Sindicalismo "Reformista"

Evolución de los Establecimientos Concentrados en Capital Federal y Provincias Litorales

Desde el punto de vista del movimiento obrero el período se caracterizó, en un primer momento, por la prevalecía numérica del sindicalismo "puro", tendencia cuya máxima expansión se registró entre la gran etapa de declinación del anarquismo y mediados de la década del '30, en que el control de la mayor parte del Movimiento Obrero pasó entonces a manos socialistas y comunistas. Esta última corriente había surgido en 1921, con la escisión del ala izquierdista del Partido Socialista, como reflejo y consecuencia del impacto, producido a nivel mundial, por la reciente Revolución Rusa. 

El contexto político social en que estas corrientes desarrollaron su accionar, estuvo signado, en una primera etapa, por la irrupción del radicalismo, que, tal como lo señaláramos en el punto anterior, a partir de 1916 permitió ampliar las bases de representación política. El gobierno de Yrigoyen practicó un nacionalismo de corte popular y democrático, pero, las contradicciones no resueltas dentro de su propio partido, en donde gravitaba el cuño oligárquico representado por el "alvearismo" y el hostigamiento de los conservadores, del "nacionalismo" oligárquico y aún de las propias fuerzas de izquierda, que no comprendían este "nacionalismo popular", llevó a que, cuando asumiera la segunda presidencia (1928), sus días estuvieran prácticamente contados. El golpe protagonizado por el general Uriburu, el 6 de septiembre de 1930, representó la intervención directa, por vez primera, de las fuerzas armadas en el escenario nacional, interrumpiendo un gobierno surgido de la voluntad popular. 

Entre 1930 y 1932 el poder fue pasando del "nacionalismo" oligárquico (dictadura de Uriburu) a la oligarquía propiamente dicha (dictadura de Justo). Este período, abierto en 1930 y conocido con el nombre de "Década Infame", se prolongará hasta 1943, cuando, a partir de otro levantamiento militar se generará la posibilidad de romper el viejo esquema en que se hallaba encerrado el país. 

La "Década infame" delimitó un ciclo en cuyo transcurso se materializaron las formas más escandalosas del fraude (que los conservadores llamaron patriótico) y la entrega del país a los monopolios extranjeros. Se fundó el Banco Central controlado por la banca internacional, se entregaron nuestras carnes en forma ruinosa con el Tratado "Roca - Runciman", que establecía que el 85% de la cuota exportable de carne argentina sería distribuido por el gobierno inglés. La interpelación sobre las carnes que se suscitó en el Senado, mostró el sometimiento de la acción gubernativa a los intereses concordantes de los grandes ganaderos y el trust frigorífico inglés y norteamericano: se expropió el transporte colectivo porteño en poder de pequeños empresarios particulares, pasándolos a manos de los intereses británicos. Empresas de electricidad, ferrocarriles, flota mercante, seguros y reaseguros, todo era extranjero. 

Por otra parte, este período se inscribió en el marco de la crisis mundial de 1929. Para esa época, toda la región pampeana se encontraba en explotación, no quedaban tierras por ocupar y la producción entró en un "impasse", a la vez, la demanda de productos agropecuarios en el mercado mundial se vio disminuida por efectos de la crisis; desde entonces a 1932, las exportaciones, al igual que las importaciones, se redujeron a la mitad. Argentina perdió, en los años de la crisis, casi mil millones de dólares anuales, ya que la baja de los productos agropecuarios en el mercado mundial era mayor que la de los productos manufacturados. (1) 

Los factores que señaláramos, tanto internos como externos, contribuyeron, pues, a marcar el delineamiento de la economía agro exportadora e impusieron la necesidad de orientaciones distintas de la producción. La oligarquía se vio obligada a ahorrar divisas y a impulsar, contra sus intereses, un limitado desarrollo industrial, orientado al establecimiento de una industria de tipo manufacturero, que procediera a la sustitución de lo que antes se importaba, dedicada, especialmente, a la fabricación de productos de uso final dependiente de los países altamente desarrollados para la obtención de maquinarias, equipos y hasta combustibles. 

El panorama de la actividad industrial muestra que si durante la década del '20 el número de establecimientos industriales había aumentado a razón de 2.800 y de 5.000 entre 1940/1945. En 1935, el 25% de los establecimientos industriales censados se había fundado después de 1931. Las ramas que se desarrollaron más rápidamente fueron las maquinarias, artefactos eléctricos y la de derivados del caucho, casi inexistentes hasta 1930. Pero las más importantes para la sustitución de importaciones fueron la textil, la de alimentación y la de bebidas (2). 

Se debe también señalar que a este proceso de desarrollo industrial se incorporó, desde un primer momento, la inversión extranjera. En 1930, fundaron filiales Good Year y Pirelli; un año más tarde, Firestone; en 1935, se instaló Phillips y la empresa, de origen alemán, Osram; en 1936, Eveready. Las sucursales de firmas norteamericanas y europeas, encontraban así "la forma de emplear su capital en máquinas, funcionarios ejecutivos y técnicos sin trabajar por la depresión en sus respectivos países, resolviendo sus problemas de estructura económica".(3)

Por otra parte, este procedimiento permitía a esos capitales, especialmente a los norteamericanos, no perder su influencia en el mercado interno argentino, jugando, además un papel orientador en la producción industrial de acuerdo con sus intereses. En 1935, las empresas extranjeras representaban el 50% de la producción del país, el resto correspondía a una multitud de pequeñas y medianas empresas de capital nacional. Pese a que aún proliferaban pequeños talleres, el avance de la gran industria era también considerable. Entre 1935 y 1945, la producción industrial se triplicó, mientras que el índice de la producción agropecuaria no llego a duplicarse. En 1942, la industria representaba ya un sector de fundamental importancia con el 44,7% del valor de la producción nacional (4). 

Sin embargo, este crecimiento industrial, por no responder a un panorama coherente y deliberado de planificación, dio como resultado un crecimiento dispar del sector. Por una parte, las industrias de bienes de consumo se multiplicaron sin orden, las industrias de base fueron olvidadas o malogrados los intentos de expansión. Por lo tanto, las formas que adquiría el proceso industrialista: coyuntural, sustitutivo, con incorporación importante de capital extranjero, estaba fijando, desde el inicio, los límites de su posterior desenvolvimiento. 

Además se debe también considerar que este desarrollo industrial se centralizó en la denominada "costa industrial argentina", una franja de unión de los puertos de Santa Fe y La Plata, concentrando su núcleo fundamental en el Área Metropolitana (Capital Federal y los 19 partidos conurbanos), contribuyendo a acentuar las desigualdades regionales en la Argentina. El siguiente cuadro es ilustrativo al respecto.

(2) - DEL CAMPO, Hugo - "Sindicalismo y Peronismo - Los comienzos de un vínculo perdurable".CLACSO, Buenos Aires, 1983
(3) - SUAREZ, Carlos - "Apuntes sobre industrialización en la Argentina, artículos del libro "Estudios sobre la Sociedad y el Estado"(compilador H. ROUDIL).EUDEBA, Buenos Aires, 1985.
(4) - DEL CAMPO, Hugo - Op. Cit.

Evolución de los Establecimientos Concentrados en Capital Federal y Provincias Litorales

1914 1935 1939
70 76,4 76,3

FUENTE: SUAREZ, Carlos Op. Cit.

El proceso de industrialización estuvo acompañado por un crecimiento extraordinario de los saldos migratorios, reduciéndose la inmigración europea, desde 1930, a cifras insignificantes. Las poblaciones provincianas, tanto de las zonas tradicionalmente "estancadas" como aquellas que sufrían los efectos de la crisis, se volcaron hacia los centros urbanos del litoral, principalmente Buenos Aires y zonas circunvecinas. Se estimaba que, en 1936, el saldo migratorio se había mantenido en 8.000 anuales, aumentando en forma rápida en el lapso de los años 1936/1943 a 72.000 anuales (5). Esto indica, hasta que punto, las migraciones internas habían reemplazado a las inmigraciones como proveedoras de mano de obra. 

La afluencia de cantidad tan grande de población de origen rural o de pueblos chicos y la incorporación de su mayor parte a la industria, implicaba una profunda transformación de la clase obrera. Sin tradición sindical, la mayoría quedó al margen de las organizaciones obreras que, en general, se mostraron incapaces de atraerlas. Recién después de 1946, comenzaron a ingresar, masivamente, en los sindicatos. (6). 

Las condiciones sociales y laborales en que se desarrollaba la vida de la clase obrera, no se había modificado mayormente, con relación al período precedente. 

Durante la crisis aumentó la desocupación, retornando, recién en 1934, a niveles anteriores. Según datos oficiales, el número de desocupados llegaba, en 1932 a 334.000; de los cuales 264.000 lo estaban en forma total y 70.000 en forma parcial. Por esa misma fecha, el salario medio de un obrero industrial descendió a $ 105,50 con relación a los $ 130,- de 1929 (7). 

En 1937, el 59% de las familias obreras de Buenos Aires, vivía en una sola pieza, habitualmente de conventillo. Eran muchas las que carecían de las condiciones más elementales: baño exclusivo 62%; agua corriente 38%; cocinas independientes 19% (8). 

En cuanto a la jornada de trabajo, fue reduciéndose a lo largo de la década, gracias a la paulatina imposición del "sábado inglés", de un promedio de 48 horas semanales, al principio, o uno de 44 al final. En 1935, los obreros se repartían aproximadamente por mitades entre ambos tipos de jornadas y eran muy pocos los gremios que gozaban de vacaciones pagas. Aunque la práctica de los convenios colectivos se fue extendiendo lentamente durante la segunda mitad de la década, la mayoría de los trabajadores no llegó a gozar de sus beneficios; la falta de convenios dejaba un amplio margen para la arbitrariedad de los patrones, ya que, eran ellos quienes fijaban, unilateralmente, en la mayoría de los casos, las condiciones laborales (9).

Con respecto a la protección y seguridad del trabajador, sólo unos pocos gremios, como los ferroviarios y municipales, contaban con Cajas de Jubilaciones y Pensiones; las indemnizaciones por accidentes de trabajo eran insuficientes y su cobro dificultoso. La Federación de Empleados de Comercio había logrado la inclusión del derecho a indemnización por despido y a licencia por enfermedad en la forma del Código de Comercio, obteniendo su sanción parlamentaria, pero la ley fue vetada por Justo en 1932 y promulgada recién dos años después (10). 
En este marco histórico social se abrió para el sindicalismo un nuevo ciclo. El año 1920 señaló el pico de la organización sindical en el período; las luchas intestinas atomizaron el movimiento sindical en la década del '20 y luego de 1930 el clima general de represión y el impacto de los cambios que experimentó el país, se convirtieron en obstáculos para el desarrollo sindical.

Desaparecida la preeminencia combativa del anarquismo, tomó auge la orientación sindicalista reformista y legalista, la que, al concentrarse en la lucha por las reivindicaciones inmediatas, fue dejando de lado, paulatinamente, los fines revolucionarios que postulaba su ideología original, desembocando en un reformismo que solo se diferenciaba del que practicaban los socialistas, por le hecho de que, en lugar de fundarse sobre una posición doctrinaria, emergía de consideraciones puramente pragmáticas. La ideología del "sindicalismo puro", menos definida y, por lo tanto, mas flexibles que la de las tendencias rivales, permitiría a sus dirigentes moverse con mayor holgura en un medio saturado de discusiones doctrinarias y de actitudes sectarias, aspirando a encontrar formas mas prácticas y eficaces de organización y de lucha (11).

En 1922, se llevó a cabo un Congreso de Unificación Sindical del cual solo estuvo ausente la F.O.R.A. anarquista. De este Congreso nació la Unión Argentina (U.S.A.), con predominio de los sindicalistas "puros" y con participación socialista y comunista. Por su parte, la F.O.R.A. anarquista (F.O.R.A. del V Congreso), prosiguió sus actividades, quedando, desde la fundación de la U.S.A., como la única F.O .R.A.

De la acción de varios sindicatos descontentos con la política llevada a cabo por las centrales sindicales existentes, surgió, en 1926, una nueva entidad: la Confederación Obrera Argentina (C.O.A.), producto de una nueva alianza entre el sector del sindicalismo "puro" y socialistas. La C.O.A. agrupaba a Sindicatos como la Unión Ferroviaria y la Federación de Empleados de Comercio, llegando a sumar, en 1930, 130.000 afiliados.

La U.S.A., de tendencia sindicalista, experimentó una sensible disminución, reduciéndose a unos 15.000 miembros. Por su parte, los comunistas formaron, en 1929, una pequeña central: el Comité Nacional de Unidad Sindical Clasista.

(9) - DEL CAMPO, Hugo - Op. Cit. 
(10) - DEL CAMPO, Hugo - Op. Cit. 
(11) - DEL CAMPO, Hugo - Op. Cit.

El golpe militar de 1930 encontró al sindicalismo atomizado en cuatro centrales: la U.S.A., la C.O.A., el Comité Nacional de Unidad Clasista y la F.O.R.A. Esta fue puesta fuera de la ley y sus fuerzas en la clandestinidad fueron disminuyendo sus efectivos.

"Esta división perjudicaba los intereses de la clase trabajadora, contribuía a disminuir al aún débil poder de negociación de los sindicatos y hasta se manifestaba en la pérdida de representación del socialismo parlamentario, la que quedó reducida a un solo legislador, en 1930"(12)

Tratando de detener la división del movimiento obrero, los sectores del sindicalismo "puro" y del socialismo, impulsaron el proyecto de unificación. Las gestiones, que habían comenzado en 1928, se concentraron en 1930, a poco tiempo de haber asumido el gobierno militar, fusionándose la U.S.A. y la C.O.A.; dando lugar a la creación de la Confederación General del Trabajo (C.G.T.), con preeminencia de la tendencia sindicalista sobre la socialista. 
El programa mínimo planteado en 1931 por la C.G.T., fue expresión de las principales necesidades y aspiraciones, de la clase obrera para el período. En estas reivindicaciones se encontraba planteado un cambio táctico en el accionar del movimiento sindical, introduciendo al factor gobierno en las relaciones laborales, en una dimensión mucho mas amplia que la que se había dado hasta ese momento. 

"1) Reconociendo los sindicatos. Por el mero hecho de existir, los sindicatos serán considerados como instituciones de bien público, con facultades para vigilar la aplicación de la legislación social."

"2) Jornada de trabajo y vacaciones. Ocho horas de trabajo para adultos en trabajos diurnos y seis en trabajos nocturnos y en las industrias insalubres. El ciclo semanal será se cinco días como máximo. Vacaciones anuales con goce de sueldo."

"3) Derecho de vida y seguro social. Salario mínimo fijado periódicamente por comisiones integradas por representantes de los sindicatos obreros y de organizaciones patronales de industria o región. Establecimiento del seguro nacional sobre desocupación, enfermedad, vejez y maternidad."

"4) Intervención obrera. Intervención y contralor de la organización obrera en diversos organismos del Estado."

"5) Oficinas de colocación. Supresión de las agencias particulares; las oficinas de colocación serán establecidas por las municipalidades y en su administración tendrán intervención directa los sindicatos."

"6) Protección a la maternidad. Pensión proporcional al número de hijos menores de 14 años a toda mujer sin marido y sin recursos."

"7) Defensa de la infancia. Instrucción pública y obligatoria, laica y gratuita, hasta los 14 años, debiendo el Estado proveer también gratuitamente, alimentos, vestidos y los útiles necesarios a la enseñanza."

"8) Ley 9.688 (Accidentes de Trabajo). Reforma de la ley en estos aspectos: las incapacidades se contarán desde que se produce el accidente. Extensión de la ley a todos los asalariados indistintamente. Aumentar los beneficios de la indemnización parcial al 100% del salario. Elevar las indemnizaciones máximas a $ 15.000,-. Supresión del límite de salario para tener derecho a los beneficios de la ley. Los seguros por accidentes de trabajo estarán a cargo del Estado."

"9) Estabilidad y escalafón para los trabajadores del Estado y demás entidades de carácter público."

"10) Carestía de la vida. Fijación de los alquileres rústicos y urbanos con arreglo al valor; construcción de casas económicas para obreros por cuenta del Estado y las municipalidades."

"11) Derogación de la Ley 4.144."

FUENTE: DEL CAMPO, Hugo - Op. Cit.

Es también de destacar que, a partir de 1931, el número de huelgas se redujo al mínimo, comparándolo, sobre todo, con los períodos precedentes y llegando a los niveles mas bajos en 1934, debido a varios factores: la incidencia de la desocupación y la represión de que fue objeto el movimiento obrero y el cambio de las tendencias predominantes: declinación del anarquismo, creciente moderación del sindicalismo y la consiguiente propensión de no concurrir a la huelga antes de haber agotado las posibilidades de negación.

Actividad Sindical 1930/1940 Número índice 1929 = 100

AÑO HUELGAS
1930 111
1931 38
1932 93
1933 46
1934 37
1935 61
1936 96
1937 73
1938 39
1939 43
1940 47

FUENTE:DEL CAMPO, Hugo - Op. Cit.

Movimientos Huelguistas 1907/1939 Promedio anual

PERIODO HUELGAS
1907/1909 162
1910/1914 132
1915/1919 169
1920/1924 116
1925/1929 92
1930/1934 73
1935/1939 71

FUENTE:DEL CAMPO, Hugo - Op. Cit.

Por otra parte, si bien la restauración oligárquica abrigaba pocas simpatías por las reivindicaciones obreras, se mostraba cada vez más inclinada a intervenir en los conflictos laborales y a controlar el movimiento sindical. La inclinación a buscar apoyo en el poder político para lograr concretar las reivindicaciones gremiales, que se había iniciado durante los gobiernos radicales, no dejó de acentuarse durante esta época, pero, acompañada por una creciente burocratización de las organizaciones sindicales; apareció, entonces, una capa de dirigentes para quienes la vinculación con los factores de poder no era sólo un medio para obtener mejoras en sus representados, sino también para conservar su propia posición. El enfrentamiento violento y frontal de los trabajadores del Estado, pasó a ser cosa del pasado, junto con la influencia anarquista, la intervención de éste en el campo social, no sólo fue universalmente aceptada, sino también insistentemente reclamada (10). 

En diciembre de 1935, se produjo una nueva escisión en el movimiento sindical, que llevó a la fractura de la C.G.T.. La Unión Ferroviaria , sindicato de orientación socialista y de importante influencia dentro de la C.G.T. por el peso numérico de sus afiliados, se enfrentó, junto con otros gremios, a la Junta Ejecutiva de la C.G.T., quedando concentrada una nueva división sindical, que esta vez asumió, además, características geográficas. El núcleo, que había realizado un verdadero "golpe", desconociendo a las autoridades de la C.G.T., representadas en la Junta Ejecutiva , se distinguió como C.G.T. calle Independencia; el otro sector, de orientación sindicalista pura, se organizó como C.G.T. de la calle Catamarca , retomando, en 1937, el nombre de Unión Sindical Argentina (U.S.A.) 

La mayoría del movimiento obrero, más de doscientos mil afiliados, se agruparon en la C.G.T. Independencia, convertida luego en la única C.G .T., orientada por los socialistas que recibieron el apoyo de los comunistas, quienes pasaron también a integrar la entidad. Estos últimos, ante el avance del nazismo en Alemania y la consolidación del fascismo en Italia, se planteaban un cambio táctico en su accionar: "el frente popular". La teoría frentista establecía la necesidad de trabajar unidas con otros sectores políticos y gremiales contra las fuerzas nazi-fascistas. 

Por su parte, el sindicalismo "puro", marginado del escenario que tanto tiempo había dominado, no volvería a jugar un papel relevante como tendencia. Sin embargo, la herencia que dejaba no era nada desdeñable: sus constantes esfuerzos por mantener la independencia del movimiento sindical frente a los partidos políticos, que se había transformado, de hecho, en abierta hostilidad hacia socialistas y comunistas, había contribuido a que la inserción de éstos en el movimiento obrero, sólo se logrará en forma tardía y superficial, y ello fue uno de los factores que facilitaría la tarea del peronismo.

Por otra parte, muchas de sus actitudes fueron retomadas por dirigentes de filiación o simpatías socialistas. Finalmente, la idea de una acción política, basada exclusivamente en las organizaciones sindicales será la idea encontrada, en 1945, en la base del Partido Laborista, cuyo Presidente, Luís Gay, fue el último Secretario General de la U.S.A. (14). 
La C.G.T., que había comenzado un lento proceso de fortalecimiento, no pudo evitar un nuevo enfrentamiento que llevó a una nueva división. El conflicto surgió en las propias filas socialistas que se dividieron en dos bandos: uno encabezado por el Secretario General de la C.G.T., José Domenech y el otro dirigido por Ángel Borlenghi, Secretario General de los Empleados de Comercio y Francisco Pérez Leirós, Secretario General de lo Obreros Municipales. 
En marzo de 1943, la C.G.T. quedó dividida en dos entidades: la C.G.T. N° 1 (Secretario General Domenech) y la C.G.T. N° 2 (Secretario General Pérez Leirós, con el apoyo comunista).

La Principal diferencia radicaba en que los integrantes de la C.G.T. N° 2 aspiraban a que la Central tuviera una participación mas activa en las cuestiones de política nacional e internacional, en forma coordinada con los partidos políticos, mientras que la C.G.T. N° 1 sostenía una actitud "neo-sindicalista" de presidencia política, limitación a las reivindicaciones específicamente gremiales y buena relación con el gobierno, cualquiera que éste fuera.

La revolución militar de 1943 encontrará al movimiento sindical escindido en dos centrales principales (C.G.T. N° 1 y 2), la U.S.A. y grupos de gremios autónomos de varias fuerzas. 
Queda en el haber de este período, el hecho que, a pesar de las dificultades que el movimiento obrero tuvo que afrontar (desocupación, represión, divisiones), mostró una tendencia al crecimiento en lo que a organización sindical se refiere.

(14) DEL CAMPO, Hugo Op. Cit.  

Numero de Afiliados a Organizaciones Sindicales

  1936 1937 1939 1940 1941
C.G.T. 262.630 289.393 270.320 311.076 330.581
U.S.A. 25.095 32.111 26.980 23.039 14.543
F.A.C.E.* 8.012 8.079 18.500 18.675 13.550
AUTÓNOMOS 72.834 68.105 120.809 120.038 82.638
INDEFINIDOS (sin ninguna tendencia) 1.398 21.214 -- -- --
TOTALES 369.969
100
418.902
113,23
436.609
118,01
472.609
127,80
441.412
119,31

* Federación de Asociaciones católicas de Empleados (no desarrollaba actividades propiamente sindicales, sino de carácter exclusivamente mutual y agrupaba sobre todo a empleados de Comercio y del Estado).

FUENTE: D.N.T. - Organización Sindical, Asociaciones Obrerasy Patronales, 1941, Buenos Aires, incluido en DEL CAMPO, Hugo - Op. Cit.

Por otra parte, la clase obrera que, en cuanto a tal, crecía numéricamente y en importancia en la estructura productiva, no había encontrado, todavía, una identidad política que le permitiera unificarse y hacer valer su peso como sector social. Esta entidad la hallaría recién a través del peronismo.


1943/1955 - Plan de Desarrollo por Sustitución de Importaciones

A. Transformaciones sociales, políticas y económicas

El ciclo abierto en 1943 posibilitaría que el movimiento sindical, permanentemente dividido, más tolerado que reconocido y aún reprimido por muchos gobiernos, comenzará a transitar una nueva etapa que lo transformaría profundamente.

Por vez primera, la organización de los trabajadores fue estimulada e incluso promovida desde el poder, superando las barreras que le habían impedido unificarse. La clase trabajadora constituyó el eje principal de sustentación de un nuevo y vasto movimiento político que buscaba transformar, también, las condiciones sociales, políticas  y económicas del país.

El 4 de Junio de 1943, una revelación militar resolvía desconocer las autoridades civiles, presididas por el Dr. Ramón Castillo, haciéndose cargo del gobierno.

Entre los actores de este levantamiento se encontraban cuadros militares que se manifestaban deseosos de bloquear la candidatura presidencial del hacendado Robustiano Patrón Costas, que había sido avalada por el régimen depuesto. 
Patrón Costas representaba el continuismo conservador y no ocultaba, con respecto a la confrontación mundial, que se desarrollaba en esos momentos, su simpatía por la causa aliada, en contraposición con la, hasta entonces, dudosa neutralidad llevada a cabo por Castillo. El sector de militares que se negaba a esta candidatura, agrupados en el Grupo de Oficiales Unidos (G.O.U.), estaba, indudablemente, deslumbrado por la rápida campaña de los ejércitos alemanes que, entonces, estaban cerca de lo que parecía ser la victoria final. Otros partícipes del levantamiento eran cuadros militares que se encontraban hastiados del fraude electoral sistemático y estaban, también, los partidarios del "nacionalismo de derecha", mortificados por el desplazamiento sufrido en la revolución de 1930, cuando fueron desplazados por el grupo encabezado por el general Justo. Todos estos sectores coadyuvaron, pues, en producir la revolución de junio.

En un primer momento, el general Arturo Rawson fue consagrado Presidente Provisional pero, debido a problemas internos, se vio obligado a renunciar, dejando el cargo en manos del general Pedro Ramírez. La política internacional de éste estuvo gobernada por el principio de neutralidad que representaba, a esa altura, una concomitancia con las potencias del Eje Berlín-Roma-Tokio. En febrero de 1944, Ramírez fue obligado a renunciar luego de que el gobierno argentino, incapaz ya de sostener la presión externa, rompiera, un mes antes de la finalización de la guerra, sus relaciones diplomáticas con Alemania. La renuncia de Ramírez dejó la revolución en manos del general Edelmiro Farrell y, tras de él, el grupo allegado al G.O.U. encabezado por los coroneles Juan D. Perón y Domingo Mercante.

Perón, que ocupaba la Secretaría del Ministerio de Guerra desde junio de 1943, siguió escalando posiciones hasta ser nombrado vicepresidente en julio de 1944. De esta manera, se convirtió en el hombre fuerte del régimen militar, ya que, además de esos dos cargos, retuvo también la cartera de Trabajo y Previsión, a la que había sido promovido en noviembre de 1943. Fue, justamente, desde este cargo, donde Perón desarrolló una activa política destinada al ámbito gremial, iniciándose un período que cambiaría las formas organizativas del movimiento obrero y la relación de éste con el Estado. Desde la Secretaría del Trabajo se impulsó, asimismo, la creación de sindicatos nuevos y se amplió la legislación laboral, haciéndose cumplir la que, hasta ese momento, existía sólo en los papeles. El 1° de mayo de 1945, Perón reseñaba la tarea realizada por la Secretaría de Trabajo y Previsión en el último año: 29 decretos; 319 convenios y 174 gestiones conciliatorias que habían beneficiado a más de 2.580.000 trabajadores (1).

Al mismo tiempo que se iba definiendo el apoyo de los trabajadores al gobierno, también iba creciendo la resistencia de los sectores patronales a su política social. En junio de 1945, 321 entidades empresarias de todo el país, representativas de la industria y del comercio, elevaban un memorando al Presidente y publicaban un Manifiesto del sector. Señalaban la alarma producida por el proyecto salarial mínimo, vital y móvil, aumento de salarios y participación en las ganancias; preocupadas también por "la intranquilidad creciente de un ambiente de agitación social, que venía a malograr la disciplina y pujante eficiencia del esfuerzo productor y cuya gravedad hallaba origen en el constante impulso que se deparaba desde dependencias oficiales". 
Este documento significaba una virtual declaración de guerra contra el gobierno y, en particular, contra Perón y la Secretaría de Trabajo y Previsión. A esta ofensiva, se sumarían vastos sectores de la clase media, principalmente estudiantes y profesionales; las organizaciones sindicales aún controladas por socialistas y comunistas, partidos políticos; casi toda la prensa; sectores del Poder Judicial y de las Fuerzas Armadas y, finalmente, desempeñando un activo papel en la coordinación de todos estos elementos, el recién llegado embajador norteamericano Spruille Braden.

Para la oposición, Braden era un aliado que recalaba en la Argentina para dirigir la operación definitiva contra el "totalitarismo" y el "nazismo vernáculo". Pero, detrás de sus invocaciones a la "democracia", el representante norteamericano no ocultaba su propósito de tutelar determinados intereses, buscando imponer un gobierno dócil a los negocios planeados por Estados Unidos para la posguerra, tales como la posibilidad de que las líneas aéreas norteamericanas pudieran explotar comercialmente el mercado interno argentino. Evidentemente, Estados Unidos, que emergía de la Segunda Guerra Mundial como potencia hegemónica dentro del bloque occidental, disputaba, a la ya declinante Inglaterra, la influencia que, hasta entonces, ésta había mantenido en el Cono Sur. 
En septiembre de 1945, la oposición organizaba la ‘Marcha de la Constitución y la Libertad", reclamando el fin del gobierno militar y su manejo provisional por la Corte Suprema. La acometida de la oposición ganó cuerpo en un sector de los cuadros militares que, por otra parte, estaban descontentos con el grado de poder alcanzado por Perón. El 8 de octubre, el general Eduardo Avalos, jefe de la guarnición militar Campo de Mayo, notificaba a Perón que había renunciado a sus cargos ya que no contaba con el apoyo de las fuerzas armadas. La rebelión militar triunfante decidió la detención de Perón y su internación en la Isla Martín García , mientras una junta de militares se apersonaba a Farrell para la formación de un nuevo gabinete.

La falta de una conexión directa entre la oposición y los militares contribuyó al reagrupamiento de las fuerzas favorables a Perón, ya que la oposición desconfiaba de los militares y no perdía oportunidad de repudiar su gestión. Ello favoreció el grupo partidario de Perón, que tenía su representante principal en el propio presidente Farrell, quien maniobró hasta último momento para conservar la hegemonía en el gobierno.

Por su parte, los cuadros sindicales adictos a Perón y la propia masa de trabajadores, se movilizaron agrupándose, el 17 de Octubre de 1945, en la Plaza de Mayo, luego de converger desde los suburbios capitalinos y de las zonas aledañas a la provincia de Buenos Aires. Allí, por medio de una huelga general que se extendía por todas partes, reclamaban la presencia de Perón. 
Lograda ese mismo día la liberación de Perón, el discurso de éste pronunciado por la noche desde los balcones de la Casa Rosada , preanunciaba su plan electoral, que contemplaba la renuncia a los cargos en el gobierno para aspirar a la candidatura presidencial. La convocatoria a elecciones cerraba la última etapa de la revolución de junio.

El 17 de Octubre señalaba, a su vez, el hecho que, por vez primera en nuestra historia, una movilización de la clase obrera determinaba un cambio sustancial en la situación política nacional. Este acontecimiento significaba, también, la iniciación de una nueva etapa en el movimiento obrero, cuyo peso político sería, desde entonces, imposible de ignorar (2).

Las elecciones convocadas para el 24 de febrero de 1946 enfrentaron, por su lado, a la Unión Democrática , que aglutinaba a los partidos: Radical, Comunista, Socialista y Demócrata Progresista, contando con el respaldo de los conservadores. 
Llevaba la fórmula Tamborini-Mosca , integrantes del radicalismo, línea "alvearista", rebautizada, en ese momento, con el nombre "unionista". Por el otro lado, los nombres de Perón-Quijano, respondían a la coalición formada por la Unión Cívica Radical - Junta Renovadora-, integrada por radicales disidentes, el Partido Patriótico, constituidos por antiguos conservadores y nacionalistas y el Partido Laborista, formado por sindicalistas que apoyaban a Perón.

Mientras tanto, Estados Unidos otorgaba su respaldo a la Unión Democrática , a través de una nueva intervención del señor Braden, desde su reciente cargo de Secretario Adjunto de Estado de aquel país. El mismo día en que se proclamaba la candidatura de Perón, el Departamento de Estado daba a publicidad un documento, conocido con el nombre de "Libro Azul", destinado a la consulta de las naciones americanas, en el que se denunciaba, una vez más, las vinculaciones de los gobernantes argentinos con la Alemania nazi. Esta inadmisible intromisión en la política interna, llevaría a los partidarios de Perón a condensar la disyuntiva electoral en la fórmula "Braden o Perón".

Las elecciones dieron la victoria a la fórmula Perón-Quijano , obteniendo mayoría absoluta en las Cámaras Legislativas y gobiernos provinciales. El 4 de junio de 1946 se inauguraba la primera presidencia de Perón, reelegido a fines de 1951 para un nuevo período, que no llegó a completar.

La política del gobierno peronista tuvo relevante importancia en el campo social y económico. Las medidas introducidas en la legislación y en la práctica laboral, llevaron a la dignificación del trabajo y del trabajador en una forma que, hasta entonces, había sido negada.

Durante este gobierno, los trabajadores y el movimiento obrero organizado, fueron parte integrante y activa del desarrollo nacional. Dirigentes y militantes sindicales se incorporaron a la estructura institucional del país, ocupando funciones públicas. Dos ministros de la Nación surgieron de filas obreras: Ángel G. Borlenghi, Secretario General de la Confederación de Empleados de Comercio, quien ocupó la cartera del Interior y José M. Freire, del Sindicato de Obreros de la Industria del Vidrio, que se hizo cargo del Ministerio de Trabajo y Previsión. Organismos públicos y comisiones de estudio incorporaron directores y representantes sindicales (3). 
Trabajando estrechamente ligada a la Confederación General del Trabajo, a sus Federaciones y Sindicatos, aparecía la figura de María Eva Duarte de Perón 
–Evita-. Su acción fue decisiva en pro de la concesión de los derechos cívicos femeninos, otorgados en 1947. A través de la "Fundación Eva Perón" se construyeron hospitales, hogares escuelas que brindaban educación, asistencia médica y alojamiento a hijos de trabajadores, hogares de tránsito para albergar, temporalmente, a madres y niños sin alojamiento, hasta tanto se resolvieran sus problemas. La Fundación trascendió también las fronteras nacionales, cubriendo necesidades de países de América y Europa, afectados por catástrofes.

En el campo económico, bajo el impulso de la Segunda Guerra Mundial , la política sustitutiva de importaciones, adquirió otro nuevo empuje. En 1944, por primera vez en la historia de la economía argentina, la industria manufacturera participó en la formación del Producto Bruto Interno (PBI), con un porcentaje superior (22,8%) al que correspondía a la agricultura y ganadería juntas (20,1%) (4).

La industrialización se aceleró y se convirtió en un proceso impulsado, deliberadamente, desde el aparato estatal, acompañado por el continuo crecimiento de los saldos migratorios internos. Si habíamos señalado, para el período 1936/1943, 72.000 inmigrantes anuales, esta cifra subió a 117.000 en los años 1943/1947 (5).

Estos trabajadores venidos del interior del país, conformarían la base de sustentación de la política peronista y les cabría un papel protagónico en los sucesos del 17 de Octubre.

En este período creció, asimismo, el número de establecimientos industriales y el personal en ellos ocupado.

Crecimiento Industrial 1943/1954

Año

Numero de Establecimientos

Propietarios o Directores

Personal Ocupado

Empleados

Obreros

1943

61.172

72.002

87.778

756.282

1946

86.440

115.923

135.484

838.387

1948

81.937

114.969

136.630

917.265

1950

83.370

121.217

143.523

923.824

1954

151.828

224.954

166.980

1.055.496

FUENTE: Censos Industriales en ROTANDARO, Rubén. "Realidad y Cambio en el Sindicalismo", Editorial Pleamar, Buenos Aires, 1971.

Este desarrollo económico que se formaba en la transferencia de ingresos de los sectores agrarios hacia las actividades industriales, se asentaría en la concepción de un Estado sólido, regulador y promotor de este desarrollo, en el impulso y crecimiento del mercado interno, en una organización de trabajadores fuerte y unificada y en el desarrollo de una burguesía industrial, de carácter nacional, ligada a la expansión del mercado interno, de lo que dio cuenta la constitución, entre los años 1952/1953, de la Confederación General Económica (C.G.E.), expresión de los sectores de la pequeña y mediana empresa y del empresariado de tales características del interior de país.

Esta expansión industrial destinada, fundamentalmente, al desarrollo de una industria liviana, era aún dependiente del exterior para la obtención de materias primas y equipos. A partir de 1949, la caída de los precios internacionales para los productores agrícolas, que financiaban el crecimiento industrial, y las sequías de 1951/1952, hicieron entrar en crisis el modelo, ya que las exportaciones agropecuarias no alcanzaban para pagar las importaciones de energía y de insumos industriales indispensables para mantener en funcionamiento el aparato industrial.

En este marco, se buscó atraer al capital extranjero, a través de la ley 14.222 de 1953, que posibilitaba la incorporación de capitales foráneos para la instalación de plantas fabriles en la industria y en la minería. Esta ley permitía la transferencia de utilidades hasta el 8% del capital libre de impuestos y, recién después del décimo año de efectuada la radicación, se podría repatriar el capital en cuotas anuales. Durante este período se radicó IKA (Industria Kaiser Argentina); industria automotriz que representaba, por si sola, casi el 70% del total de las radicaciones (6). 

La crisis se evidenció también en un alza del costo de la vida y en una reducción del salario real. Sin embargo, hacia 1955, se notaba una recuperación económica con relación a la depresión de 1952, que llevó a una recuperación del salario. 

Por otra parte, se debe señalar que el salario real se encontraba en 1949 en un 34% sobre el nivel de 1943 (6), lo que da cuenta del mejoramiento en el nivel de vida de los trabajadores. 

Salarios Reales de los Trabajadores Industriales

B. Movimiento Sindical y Política Laboral 

El movimiento sindical que, tal como hemos hecho referencia, se encontraba atomizado cuando se produjo el golpe militar de 1943, enmarcará su accionar durante el período en este contexto de singulares características, inéditas hasta ese momento. 
La primera actitud del gobierno hacia los gremios fue de naturaleza respectiva, clausurándose, en julio de 1943, el local donde funcionaba la C.G.T. Nº 2, declarando prácticamente disuelta a dicha central. En agosto del mismo año, intervenía a las dos entidades sindicales que representaban el caudal más importante de afiliados a la C.G.T. Nº 1: La Unión Ferroviaria y La Fraternidad. 

Dentro del régimen militar, una línea más flexible e inteligente en la forma de abordar la problemática obrera, comenzaría a manifestarse. El ascenso del coronel Perón al Departamento Nacional de Trabajo, hasta ese entonces un organismo inoperante, privado constantemente de facultades y medios de acción pasa a convertirse, en noviembre de 1943, en Secretaría de Trabajo y Previsión, convirtiéndose en el instrumento que transformaría la relación Estado -Movimiento Sindical. 

La Secretaría de Trabajo y Previsión tenía a su cargo la tarea de fiscalizar el cumplimiento de la legislación laboral y centralizar toda la actividad social del Estado. Desde allí, Perón desplegó una incesante tarea, resolviéndose, por intermedio del organismo, numerosos conflictos gremiales, obteniéndose mejoras salariales para los trabajadores, haciéndose efectivas, en la jornada de trabajo, las 48 hs. semanales, establecidas por ley, pero, cuyo cumplimiento había sido muy irregular. Se trabajó, también, en la reglamentación del aprendizaje y trabajo de menores; se crearon Tribunales de Trabajo, a fin de ofrecer un vehículo de acción más rápida a las causas judiciales por motivos laborales; se extendió la jubilación a los empleados de comercio y trabajadores industriales; se devolvieron retenciones al personal de los ferrocarriles del Estado; se creó la División del Trabajo y Asistencia a la Mujer, en la Secretaría de Trabajo y Previsión. Capítulo especial lo constituyó el Decreto - Ley Nº 28.194, del año 1944, que estableció el "Estatuto del Peón de Campo", introduciendo la legislación laboral en el interior de las, hasta entonces, intocables estancias, estableciendo un sistema de salarios mínimos, descanso dominical, vacaciones pagas, estabilidad, condiciones de abrigo, espacio e higiene en el alojamiento del trabajador. 

Estas medidas, en beneficio de la clase trabajadora, junto con las otras sobre las que luego nos extenderemos, ampliaron, no sólo la legislación de trabajo, sino que convirtieron a ésta en una realidad concreta de cabal cumplimiento. 
La política llevada a cabo por la Secretaría de Trabajo y Previsión, redefinía, así, su propia identidad como institución transformada en "un organismo mediante el cual el Estado va en defensa de los derechos de las masa sufridas y laboristas".

(7) Testimonios de dirigentes sindicales de la época, confirmaban plenamente esta transformación: "En nuestro trabajo sindical, decía un metalúrgico, advertimos, a partir de 1944, cosas increíbles: que se hacían cumplir las leyes laborales incumplidas en otra época; que no había necesidad de recurrir a la justicia para el otorgamiento de vacaciones; otras disposiciones laborales tales como el reconocimiento de los delegados de fábrica, garantía de que no serán despedidos, etc., tenían una vigencia inmediata y rigurosa (...) Los patrones estaban tan desconcertados como asombrados y alegres los trabajadores. La Secretaría de Trabajo y Previsión se había convertido en un factor de organización, desenvolvimiento y apoyo para la clase trabajadora. No funcionaba como una regulación estatal por encima de las clases en el orden sindical, actuaba como un aliado estatal de la clase trabajadora " (8). 

La política desplegada por la Secretaría de Trabajo y Previsión se concentró en dos frentes: Sobre los dirigentes y sobre la masa trabajadora. La captación de dirigentes sindicales de antecedentes socialistas y sindicalistas pudo lograrse por medio del cambio de status que experimentaron. Cansados de golpear las puertas de las antesalas oficiales durante el período conservador, se vieron, de pronto, ante un gobierno que atendía sus reclamos y que tenía una política programática que les permitía un alto grado de flexibilidad. El dirigente gremial pasó, de ser un individuo indeseable a participar en las decisiones, o, al menos, a estar presente en el momento en que se adoptaran. No puede desconocerse, si se quiere entender el vuelo que experimentó el sindicalismo argentino, este factor importante, ya que puede explicar el cambio de posición que muchos dirigentes sindicales adoptaron. En lo que respecta a los trabajadores, las sucesivas medidas que se fueron tomando, significaron abrir los ojos a una nueva realidad que les dio la sensación de convertirse de simples convidados de piedra en actores principales del proceso de renovación. Su lealtad política, salvo con Yrigoyen, nunca había sido muy firme y los socialistas no habían podido convencerlos lo suficiente como para darles las posibilidades de formar un partido obrero. Cuando el gobierno comenzó a hablarles en un lenguaje que comprendían, lejos de las complicaciones internacionales, cerca de los valores tradicionales, a los cuales permanecían afectos, su lealtad se inclinó hacia los protagonistas de esa política y, particularmente, a la persona del titular de la Secretaría de Trabajo y Previsión (9). 

La nueva dirigencia sindical no conformaba, pues, una corriente de hombres sin antecedentes, que negaran o repudiaran todo lo hecho hasta ese momento dentro del movimiento obrero. Estos dirigentes que habían militado, fundamentalmente, en las filas del socialismo y del sindicalismo puro, conservaban de sus anteriores concepciones y de la evolución que incluso éstas habían sufrido en los avatares de la lucha sindical, el planteo reformista que los llevaba a apegarse a concepciones pragmáticas. Este pragmatismo que no cuestionaba frontalmente, a la manera anarquista, las bases de sustentación del sistema capitalista, buscaba el respeto por los intereses de la clase obrera y los acercaba, naturalmente, a las propuestas y medidas emanadas de la Secretaría de Trabajo y Previsión.

Estos dirigentes fueron redefiniendo, con apoyo estatal, la organización gremial y el nuevo papel que ésta jugaría. La intervención en los gremios ferroviarios había decidido mantener relaciones con la C.G.T., que se había reorganizado en la sede de la Unión Tranviarios Automotor , nombrando representantes ferroviarios para participar en la constitución de una Comisión de Unidad Sindical integrada por representantes de los dos sectores de la C.G.T., la Unión Sindical Argentina y los sindicatos autónomos. El objetivo primordial era reanudar los contactos y fortalecer a la central obrera como única organización a fin de evitar la atomización de los intereses obreros. 

La comisión llevó a cabo una tarea de organización sindical por distintos lugares del interior, que fortaleció el frente sindical. Del naciente movimiento sólo quedaban excluidos los comunistas, más disciplinados que otros grupos y convencidos del carácter "fascista" del régimen, rechazaban en forma terminante todo intento de acercamiento. En algunos casos de sindicatos controlados por ellos, desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, se apoyó e impulsó la creación de sindicatos paralelos con conducciones contrarias y excluyentes a la comunista: la creación, en 1943, de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y de la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (UOCRA), fueron ejemplo de ello. Asimismo, se organizaron nuevos sindicatos en gremios donde, hasta entonces no existían y, a fines de 1944, más de 40 organizaciones habían ingresado en la C.G.T., entre las que se destacaban, además de las dos anteriormente señaladas: la Sociedad Obrera de la Industria Vitivinícola de Buenos Aires y la de San Juan , el Sindicato de Obreros Fideeros de la Capital Federal , el Sindicato Obrero del Papel, de Obreros Peleteros, de la Industria del Vidrio y la Federación Obrera Tucumana de la Industria Azucarera. 

Reorganiza da la C.G.T., en septiembre de 1945, con Silverio Portieri como Secretario General, crecerá incesantemente en número de afiliados, pasando de 80.000 en 1943 a 500.000 en 1945 y 1.500.000 en 1947, diez años después agruparía a 6.000.000 de trabajadores (10). 

A este desarrollo contribuyó la Ley de Asociaciones Profesionales de 1945, que fue el instrumento para realizar la integración sindical. Dicha ley conoció a los sindicatos como asociaciones de derecho público y estableció el control del Estado sobre los ingresos y gastos de la organización, pudiendo el Ministerio de Trabajo adjudicar o retirar personerías gremiales que, por otra parte, eran otorgadas al sindicato mayoritario por la rama de actividad. Se reconocía también al sindicalismo el derecho a participar en política, con lo cual el Estado asumía, por vez primera, el contenido político de las luchas gremiales y afirmaba la voluntad de estructurar un movimiento sindical unido. 
Frente a los acontecimientos de Octubre de 1945, que culminarían el día 17 con la impresionante movilización de trabajadores que exigía el retorno de Perón, la conducción de la C.G.T. mostró vacilaciones y contradicciones, producto de tendencias encontradas. 

De un lado, estaba la vieja y tenaz tradición de presidencia política así como las arraigadas técnicas de supervivencia que llevaban a no arriesgarse en defensa de una causa que se suponía perdida. Del otro lado, sin embargo, estaba la convicción de que la causa de Perón significaba el triunfo de los sectores capitalistas y pese a todas las promesas que se hicieran, un giro radical en la política social del gobierno y en el papel de las organizaciones sindicales. A diferencia de todas las contiendas políticas anteriores, en ésta se jugaba, en gran medida, la suerte del movimiento obrero que, por primera vez, tenía algo que perder.

Finalmente, había un elemento decisivo; las bases habían empezado ya a movilizarse por sí solas en todo el país. No sólo se habían producido paros y manifestaciones espontáneas, sino que, muchos sindicatos -en el Gran Buenos Aires, en Rosario, en Tucumán-, habían declarado, por su cuenta, la huelga general. Un grupo de dirigentes autónomos, con Cipriano Reyes a la cabeza, realizaba una intensa agitación en los lugares de trabajo y presionaba incesantemente a la conducción cegetista (11). 
De esta manera, el Comité Confederal de la C.G.T. el día 16 declaró la huelga general, luego de un arduo debate; esta moción votada en una casi paridad de fuerzas (21 votos a 19), debía efectivizarse a partir del día 18. Nuevamente la conducción cegetista había sido superada por los acontecimientos, ya que la movilización se volcó a las calles e impuso, de hecho, la huelga general, sin esperar la fecha fijada por la C.G.T.

En el frente político que llevaría a Perón a la presidencia, ocuparía un importante papel el movimiento sindical, a través del Partido Laborista. En él habían convergido hombres de antecedentes e ideologías diversas: dirigentes socialistas como Borlenghi, o de la corriente sindicalista como Gay, quien asumiría la dirigencia del partido y sería también secretario general de la C.G.T. Estaban también presentes hombres de trayectorias más recientes e ideologías más difusas, como Cipriano Reyes. 

En mayo de 1946, Perón ordenó la disolución de los partidos que lo habían apoyado y su confluencia en el Partido Único de la Revolución Nacional y bajo los argumentos de divisiones y enfrentamientos internos que debilitaban la coalición. Este hecho, provocó la reticencia de los dirigentes laboristas, pero, pronto advirtió la mayoría que la resistencia sería inútil, sólo Cipriano Reyes, junto con algunos allegados, intentó, sin éxito hacerlo. 

Los testimonios sobre la disolución del Partido Laborista, no son coincidentes. Un dirigente de la época, Juan Rodríguez, expresaba:"Durante su primer gobierno, Perón no quería tener mucha oposición dentro de su movimiento, porque, si no, no podía haber avanzado como avanzó. Tenía que tener alguna libertad y la consiguió así. No quería tener un partido político que lo tuviera dominado, no quería diputados o senadores que presentaran proyectos por su cuenta y crearan conflictos económicos o internacionales. Eran tantas las cosas que había que hacer que Perón no podía tener oposición. Ya suficiente la oposición externa y no quería tener la interna". 

Por su parte, Gay veía el hecho de la siguiente manera:"Perón disuelve el Partido sin ningún derecha, simplemente para favorecer una maniobra que él ya está elaborando in mente en colaboración con los radicales renovadores y para evitar el contralor, el contralor así como suena -que hubiera ejercido el PL a través de sus diputados y senadores. Se da cuenta que el partido no secunda totalmente sus propósitos, él se da cuenta que el partido es difícil de manejar. Por otra parte, en la C.G.T. el sentido de independencia se manifiesta de distintas formas, es decir, estamos dispuestos todos a secundar al gobierno, nadie pensó en retirarle el apoyo a Perón siendo Presidente, al contrario, pensábamos apoyarlo, pero no incondicionalmente. Es decir, nosotros sosteníamos la necesidad de la independencia del movimiento obrero para decidir sus propias acciones". 

En enero de 1948, la justicia quitaba la personería al Partido Laborista. Gay había renunciado a la presidencia, antes de que el Comité Directivo aceptara la disolución, para no convalidar la medida. En septiembre, 15 dirigentes laboristas, entre ellos Cipriano Reyes, eran detenidos, acusados de planear un atentado contra Perón, permaneciendo en la cárcel desde entonces hasta la caída del gobierno. 

El movimiento sindical, consolidado ya en una central única, aumentó, a partir de 1947, sus tareas organizativas. Se recorrieron los principales centros del interior, realizándose congresos locales, que fueron solidificando la central, por medio de las delegaciones regionales. La C.G.T. participó, asimismo, en la creación de federaciones obreras, amalgamando sindicatos autónomos y dándole la correspondiente jurisdicción nacional. 

A partir de 1949, la ligazón política que unía a la C.G.T. con el gobierno, se hizo cada vez más estrecha, pasando a formar parte, como rama sindical, del ya constituido Partido Peronista. Esta vinculación la llevó, en algunos casos, a encontrarse frente a disyuntivas, debiendo optar entre su adhesión al gobierno, del cual constituía unos de los pilares de sustentación, y los reclamos de sus gremios adheridos. En este sentido, es importante referirse a algunos de los movimientos sindicales de protesta, que colocaron a la C.G.T. en una coyuntura difícil. Estos movimientos se tradujeron en una serie de huelgas, iniciadas por sindicatos muy importantes, como ser obreros de la carne, municipales, bancarios, industria del azúcar, gráficos, marítimos y ferroviarios, motivados en reclamos salariales y/o incumplimiento de convenios colectivos. En el período 1949/1951, las huelgas bancarias y ferroviarias, fueron realizadas por comisiones internas que escaparon al control de las autoridades gremiales, que se vieron impotentes frente a tales manifestaciones. En el caso de la huelga general que protagonizaron los trabajadores gráficos, en marzo de 1949, las autoridades sindicales fueron suspendidas por la presión interna, y la C.G.T. envió un interventor al gremio. La huelga general marítima de 1950, fue llevada a cabo por gremio que no había entrado en la C.G.T.: la Confederación General de Gremios Marítimos y Afines (C.G.G.M.A.); como consecuencia de la misma, la C.G.T. intervino a los principales sindicatos marítimos que formaban la C.G.G.M.A. y organizó una nueva entidad sindical: la Asociación Marítima Argentina que tuvo el reconocimiento del Ministerio de Trabajo. 

En estos hechos, de todas formas, lo que importa señalar es que, más allá del accionar de la C.G.T., lo que estaba de manifiesto era la vigencia de la movilización de los trabajadores en pos de sus derechos, permitiendo discutir algunas afirmaciones respecto del período, en el sentido de suponer una suerte de inercia e inmovilismo por parte del movimiento obrero, que pasaría a considerar como algo natural que las conquistas sociales fueran otorgadas, dadivosamente, desde el Estado. 

En el campo de la legislación del trabajo, a las medidas ya señaladas desarrolladas durante la permanencia de Perón en la Secretaría de Trabajo y Previsión, cabe agregar el Decreto-Ley 1.740, del año 1945, que estableció el derecho de todo trabajador a gozar de un período mínimo y continuado de vacaciones pagas, el Decreto-Ley 33.302, del mismo año, que impuso el sueldo anual complementario y creaba el Instituto Nacional de Remuneraciones, que intentaba desarrollar una política de equiparación de salarios al costo de vida e, incluso, llegaba a establecer la participación de los trabajadores en las ganancias de la empresa, incluso cuando ello no llegó a implementarse. 

En febrero de 1947, al cumplirse el primer aniversario de la victoria electoral, Perón entregó al Secretario General de la C.G.T., Aurelio Hernández, el original de la Declaración de los Derechos del Trabajador, incorporados luego a la Constitución Nacional , sancionada en marzo de 1949. La declaración comprendía los siguientes aspectos: 

  1. Derecho a trabajar. 
  2. Derecho a una retribución justa. 
  3. Derecho a la capacitación. 
  4. Derecho a condiciones dignas de trabajo. 
  5. Derecho a la preservación de la salud. 
  6. Derecho al bienestar. 
  7. Derecho a la seguridad social. 
  8. Derecho a la protección de su familia. 
  9. Derecho al mejoramiento económico. 
  10. Derecho a la defensa de los intereses profesionales.

La C.G.T., en su Congreso Extraordinario de 1950, incorporó a sus Estatutos esta Declaración, mientras que los sindicatos y federaciones basaron en ella las disposiciones de sus Convenciones Colectivas de Trabajo. 
En el terreno de la capacitación profesional se creó la Comisión Nacional de Aprendizaje y Orientación Profesional, encargada de velar por el sistema de trabajo de los aprendices en las fábricas y las llamadas escuelas de medio turno; este régimen se completó después de una nueva ley dictada en el año 1948, que implantó el Segundo Ciclo de Aprendizaje (curso de perfeccionamiento técnico, a obreros provenientes del ciclo de aprendizaje y capacitación), con miras a instituir la Universidad Obrera Nacional que se creaba por medio de la misma ley. 

El desarrollo de la negociación colectiva, la que tuvo amplia expansión en este período, contó con la ley 14.250, del año 1953, que reguló la negociación de los contratos colectivos de los trabajadores de la actividad, pública o privada que no estuvieran comprendidos por estatutos especiales o sometidos al régimen establecido para la administración pública, estipulándose la constitución de comisiones paritarias con representantes de trabajadores y empleadores de la actividad. Con esta ley, el contrato colectivo tuvo su consagración definitiva y sus consecuencias incidieron, poderosamente, en la concreción de una práctica fundamental en las relaciones obrero-patronales. 

La centralización operada en el movimiento sindical, permitió que la C.G.T. tuviera importancia fundamental en la solución de conflictos, discusiones de convenios colectivos y desarrollo de actividades sociales y culturales. Se desarrolló una intensa actividad en el campo de la capacitación sindical, expandiéndose las escuelas sindicales de la C.G.T. por el interior del país. La consolidación de una importante infraestructura en materia de obra social para sus afiliados, permitía, en la temporada veraniega 1953/1954, el funcionamiento de 22 colonias de vacaciones, atendiendo a un total de 310.000 personas; funcionaban, asimismo, 8 policlínicas y 226 consultorios de clínica general, con un total de 1.667.000 trabajadores y familiares atendidos (12). 

En el ámbito internacional, la tarea desplegada por la C.G.T. se concretó en la creación de la Agrupación de Trabajadores Latinoamericanos Sindicalistas (ATLAS), en noviembre de 1952. Esta central contó con el apoyo de sectores gremiales latinoamericanos y tenía su basamento en la Tercera Posición , doctrina que Perón postulaba en el plano internacional y que propiciaba una equidistancia de los centros hegemónicos de poder, tanto de Oriente como de Occidente. La acción de ATLAS, que se presentaba como una fuerte competidora de la Organización Regional Interamericana de Trabajadores (ORIT), central impulsada por EE. UU. para controlar el movimiento latinoamericano de trabajadores, fue breve. El golpe militar de 1955, alcanzó la sede, los bienes y la biblioteca especializada de ATLAS; se eliminaba así a los que desde el escenario sindical continental, hubieran podido desarrollar una propuesta de unión latinoamericana. 

La etapa que hemos reseñado, de vital importancia para el sindicalismo argentino, culminaría en 1955. En esta ocasión, como contrapartida de la centralización y verticalización que se había operado en la conducción cegetista, ésta se mostró sin elasticidad suficiente para superar una crisis de tamaña envergadura. Las conducciones que se habían ido sucediendo, luego del desplazamiento de Gay, marcaron una progresiva integración en el aparato estatal y una creciente desmovilización, que le restaría efectividad para enfrentar situaciones críticas. El movimiento obrero, sin embargo, resurgiría, lenta y trabajosamente, después de 1955, "a pesar de las persecuciones y de la represión, a través de las alternativas de una larga proscripción; los hechos demostrarían que el vínculo establecido entre el movimiento obrero y el peronismo, era un vínculo perdurable" (13).